Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor de él. 1 Samuel 18:15 RVR1960
Queridos amigos, es sorprendente cómo David, el futuro rey de Israel, prevaleció en mantenerse manso y respetuoso con el rey Saúl, que estaba decidido a terminar con su vida.
A pesar de estar arduamente perseguido y bajo peligro de muerte, David jamás dejo de poner sobre sus intereses y afectos la calidad de ungido de Dios que tenía Saúl, él ni nadie debía tocar al ungido.
Por orden de Dios, David había también sido ungido por Samuel, un gran juez y profeta de Israel. El Señor había decidido terminar con el reinado del primer rey de Israel, porque gracias a su constante desobediencia no se hacía agradable a sus ojos. Tal condición no era un secreto ni para el rey Saúl ni para el pueblo y fue un motivo adicional para reforzar la incesante persecución.
El comportamiento de Saúl no sorprende, pues es una conducta común a la mayoría de los hombres. Querer defender los propios intereses es un proceder normal en el hombre natural, incluidos reyes y gobernantes.
Saúl a pesar de haber sido escogido por Dios para ser el primer monarca en la historia del pueblo elegido, no tenía discernimiento espiritual, pues se trataba de un hombre absorbido por la religión y que afirmaba profesar la fe en Jehová, pero no tenía la sabiduría ni el discernimiento que Dios otorga cuando bendice espiritualmente.
Ese también es el tipo de hombre, que se molesta cuando su prójimo obra correctamente, porque considera que dicho buen proceder pone una medida en la cual se ve malamente reflejado, porque no tiene ninguna intención de seguirle en su comportamiento, pues solo quiere seguir su propia justicia.
David no solo se portaba prudentemente sino que también era respetuoso y manifestaba gran temor a Dios, situación que hacía que Saúl tuviera miedo de él. El dicho “el ladrón cree que todos son de su condición” cae como anillo al dedo, porque dicha mentalidad la compartía Saúl, pues sospechaba de la antipática prudencia de David, porque, con muchísima probabilidad, pensaba que solo se podía tratar de un plan artero en su contra, como suelen discernir los mal pensados o aquellos que viven en función a su propia verdad.
El hecho de caminar con Dios le ayudo de manera extraordinaria a David, pues pudo perseverar en su anhelo de conducirse mansa y respetuosamente. Una conducta remarcable, sin lugar a dudas, pues qué cosa más terrible que la de caer en la tentación de las provocaciones y los insultos. David ha debido orar muchísimo para mantenerse prudente y discreto ante su rey, porque para el alma humana es muy difícil conseguir dicho objetivo sin la ayuda del Todopoderoso.
La constante agresividad y persecución de Saúl no representó un óbice para David, él se mantuvo firme en su propósito, incluso cuando tuvo oportunidad de terminar con su tormento. Pudo matar a Saúl en una cueva, donde lo tuvo a su merced, y también pudo aniquilarlo en su misma tienda de campaña. En ambas ocasiones decidió tomar una prueba para demostrarle a su perseguidor que pudo haberlo asesinado pero que no le deseaba el mal.
Esta historia de obediencia y amor al prójimo debe servirnos para conducirnos con prudencia y bondad, no existe argumento alguno que podamos esgrimir para vengarnos o para actuar con dureza, ni siquiera cuando debemos enfrentarnos a la maldad y oposición de otros.
En verdad no tenemos excusa para no ser mansos, pacíficos, amorosos, bondadosos y benevolentes, no debemos demostrar nada malo en nuestra conducta, pues Jesucristo se entregó mansamente a pesar de la devastadora agresividad de sus enemigos. Ante tal ejemplo, no deberíamos desmayar en el intento de amar a Dios con todas nuestras fuerzas, amando al prójimo y también a nuestros enemigos.
Les deseo un día muy bendecido.