Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas. Lucas 6:24-26 RVR1960
Queridos amigos, los “ayes” lanzados por Jesús en estos versículos son para lamentar las características despreciables de los diversos tipos de personas que menciona. Su significado es de advertencia de castigo.
Para tener un acercamiento al terrible significado de los “ayes” leamos este versículo del libro de Proverbios: ¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? (Proverbios 23:29), es una dura descripción de las consecuencias de la borrachera.
Durante uno de mis vuelos en avión, tuve la oportunidad de verificar muy de cerca el poder de la caída de un rayo en medio de una tormenta eléctrica. Creo que los pasajeros tuvimos la terrible impresión de que todo había acabado después de la poderosa descarga eléctrica y el impresionante estruendo del consiguiente trueno. La gente gritaba mientras yo oraba en silencio.
El impacto de las palabras de Jesús sobre los aludidos no ha de ser de menor efecto que el generado por el mencionado rayo. Éstos pensamientos, cuando son expresados al mundo, no solo suenan desproporcionados, sino que rompen los cánones que todos suelen aceptar.
Ser rico es el anhelo de la mayoría. Satisfacer la vida con posesiones es el objetivo soñado por muchos. Deleitarse comiendo manjares y disfrutando de las mejores bebidas es el sueño de otros. La cultura apunta cada vez más a que una relación de pareja es buena cuando se ríen juntos. Muchos afirman que una de las cosas más importantes de la vida es reír, mientras otros aseguran que la risa es un remedio infalible para el alma. Y quién no se quiere sentir importante, con un ego inflado.
Entonces poner patas arriba estos difundidos conceptos solo puede ser de locos. Ningún autor o filósofo del mundo que propagase ideas tales como, “los prósperos del mundo en realidad son desgraciados y los infelices desdichados son afortunados”, tendría éxito, y por supuesto, ningún editor se animaría a publicar nada.
Para ser rico hay que dedicarse, la riqueza normalmente no es producto del azar, requiere de tiempo y esfuerzo, incluso en muchos casos es producto de la dedicada explotación a otros. Cuando Jesús menciona que los ricos ya tienen todo lo bueno que van a tener, y, por tanto, ya están consolados, quiere decir que al haber aplicado su tiempo y energías para el cumplimento de su objetivo, no se dejaron espacio para las actividades más relevantes de conocer a Dios y vivir para Él en su verdad y justicia.
Por otro lado, están quienes ocupan su tiempo para esforzarse en llevar adelante una vida fiel a Jesucristo. Éstos son vistos por el mundo como pobres infelices con al menos un pequeño toque de chifladura, pero la recompensa de vida feliz eterna que recibirán, será con creces mayor a cualquier fortuna terrenal.
Los logros en esta tierra juntamente con sus placeres duran mientras se pueden disfrutar, después quedan los recuerdos de los más ricos del cementerio en la mente de quienes les sobreviven. En consecuencia la sabiduría del mundo afirma que solo se vive una vez y hay que aprovechar al máximo. Buscar el bienestar terrenal a expensas de la felicidad eterna es un gravísimo, pero muy común, error.
Ahora bien, la pobreza, el sufrimiento, las lágrimas, la tristeza y el ser aborrecido no aportan nada bueno por sí mismos, solo si se viven por causa de Jesucristo cobran sentido. Lo mismo, la riqueza, la abundancia, la posición social, la risa y la buena fama no son condenadas por el Señor, pero vivir por ellas desenfoca de lo verdaderamente relevante y conduce a desastrosa calamidad.
Las Escrituras enseñan, que Dios escogió lo más bajo y despreciado del mundo, lo que se toma como nada, y lo usó para para anular lo que es, es decir convertir en nada lo que el mundo considera importante (1 Corintios 1:28). Y lo que es, son, entre otras cosas, los deseos de riqueza, abundancia, diversión (risa) y reconocimiento social.
No quiero ni imaginarme las consecuencias con las que deben de correr quienes caen bajo el “ay” de Cristo, de seguro su estado final y definitivo será más que miserable. En contraposición está la maravillosa recompensa que le espera a quien camina en santidad. ¿Valdrá la pena esperar el galardón prometido por Dios, o será mejor prosperar en este mundo?
Les deseo un día muy bendecido.