Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. Apocalipsis 6:4 RVR1960
Queridos amigos, en el transcurso de la historia de la humanidad la paz como un estado de vida ha sido un objetivo muy anhelado por muchos, y todavía lo sigue siendo.
Los autores del mundo entienden que el término paz puede definirse en sentido positivo o negativo. La forma positiva se refiere a un estado de tranquilidad y quietud mental a nivel personal o social, también puede referirse a que una persona o sociedad se encuentra en equilibrio y estabilidad. La paz positiva ideal sería un estado de quietud, donde no hay enfermedades ni problemas ni enemigos y no hace falta nada material. En tanto que la negativa entiende la paz como la ausencia de inquietud, violencia o guerra.
Dentro de lo político y en el derecho internacional la paz es la condición y relación entre partes de quienes no se encuentran en guerra. Entonces se puede hablar de una paz social, donde se mantienen relaciones saludables entre comunidades de individuos, convirtiéndose el término paz en el antónimo de la palabra guerra. El estado de paz es aquel en el que los conflictos (internacionales) se resuelven de forma no violenta; y particularmente se denomina paz al convenio o tratado que pone fin a la guerra.
Puede hablarse de una paz social como consenso, es decir el entendimiento tácito para el mantenimiento de unas buenas relaciones, mutuamente beneficiosas, entre los individuos de distintos grupos o clases sociales dentro de una sociedad.
En el plano individual la paz se refiere a un estado interior desprovisto de sentimientos negativos tales como el odio y la ira. Un individuo en estado de paz es aquel que está tranquilo consigo mismo y con los demás. Es un estado interior positivo deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito de vida.
La relevancia que el hombre le da a la paz se ve traducida en los deseos de paz que se dan para saludarse y despedirse dentro de diversas culturas o el saludo o beso que se suele dar en ciertos cultos religiosos. Para saludar en árabe se dice salam y en hebreo shalom, en ambos casos significa “paz” o “la paz esté contigo”, también se emplea para despedida significando entonces “ve en paz”. También después de la muerte la paz es muy anhelada, un epitafio común es “que en paz descanse”. Sin la paz de Jesucristo nadie podrá tener paz, ni aquí ni en el más allá.
Vemos que el concepto de paz es profundo, por tanto, podemos derivar de tal profundidad la dimensión de su influencia y relevancia sobre la vida del hombre.
A pesar de las bondades que la paz implica, el hombre por intereses económicos y de poder inicia controversias o guerras, rompiendo la paz tan deseada por muchos. Observamos que la preferencia por la guerra no supone un estado de salvajismo o barbarie, pues hombres civilizados son los que suelen dirigir las más cruentas guerras desde sus cómodos escritorios.
Aunque no haya guerra basta con leer un periódico o ver las noticias en la televisión para sin mucho esfuerzo darse cuenta de la falta de paz en el mundo. Los abusos, los asesinatos, las violaciones, la trata de blancas, los chantajes, los robos, los engaños y estafas son titulares frecuentes.
La maldad inherente del humano es evidente, gracias a la gracia común de Dios los hombres no terminan destruyendo la humanidad entera, pues es Dios quien pone los frenos con su bendición de paz, implantando además moral, ética y un sentido de dominio propio, que generalmente son rebasados por concupiscencias tales como el orgullo, la ira, la envidia, la angurria, las ambiciones desmedidas y los deseos de poder.
En los tiempos finales reinará el anticristo, quien promoverá una falsa paz, incluso logrará lo que nadie pudo conseguir, cesar la guerra en Medio Oriente. Entonces se abrirá el segundo sello y el anticristo querrá dominar sobre sus enemigos revelando su verdadero carácter.
El color bermejo del caballo es el color del fuego y de la sangre y representa la guerra o juicios que hacen estragos. La ira de Dios será manifiesta sobre este mundo a través del poder dado al jinete enviado para quitar la paz de la tierra. Dios permite la falsa paz y también la finaliza, trayendo guerra sobre la tierra, sin que nada esté fuera de su soberano control. Esta guerra mundial sin par durará hasta la segunda llegada de Jesucristo.
En Mateo 24:4-28 tenemos una vívida descripción de las señales del final de los tiempos. Daniel 11:36-45 detalla el gran conflicto que resultará del establecimiento de la abominación desoladora por parte del anticristo y las consecuencias de la ausencia de paz se describen en Isaías 19:2-3.
Mientras todo esto suceda los convertidos seguirán teniendo la paz de Dios, la cual abarca un concepto más amplio del que concibe el hombre natural. Es un don de Dios dado a los creyentes, que no depende de las circunstancias. El hijo de Dios tiene paz en medio de las adversidades, no importa si pasa por enfermedad o situaciones muy difíciles, la paz de Dios es inconmovible en él. Vivir plenamente en Dios es la paz verdadera. Cristo es quien puede ofrecer la paz verdadera, esa paz que proviene de Dios. Toda otra paz es coaccionada, como la paz que impone un imperio o la falsa paz que promoverá el anticristo.
Quienes tienen a Cristo en el corazón experimentan su verdadera paz, incluso poco antes de morir una muerte violenta. Esto se explica muy bien en Juan 14:27 donde el Señor Jesucristo dice: “La paz les dejo, mi paz les doy; yo no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se angustien ni se acobarden.”
Les deseo un día muy bendecido.