¿Qué es el hombre, para que lo engrandezcas, y para que pongas sobre él tu corazón, Y lo visites todas las mañanas, ¿Y todos los momentos lo pruebes? Job 7:17-18 RVR1960
Queridos amigos, el humanismo pone al hombre al centro de la vida (antropocentrismo) en contraposición al teocentrismo de quienes creen en un único Dios y anhelan desarrollar una vida Cristocéntrica.
El humanismo concibe al hombre como un ser con valores, entendiéndose el valor como una cualidad de un sujeto, y tiene como atributos básicos a la libertad, la autonomía y la razón . Los humanistas afirman que bajo dicha concepción nacen y perduran la ciencia, la reflexión filosófica, la justicia y la ética.
En el mundo se cree que el aporte de esta doctrina humanista al desarrollo cultural, filosófico y científico fue y es considerable, de ahí nace el cúmulo de seguidores, que la consideran verdad definitiva.
El hombre natural encuentra en sí mismo cosas buenas y piensa que es poseedor de valores que lo engrandecen. De esa manera se autoadmira especialmente en los resultados de la ciencia, las cosas increíbles que el humano pudo alcanzar y todo lo maravilloso que podrá lograr en un futuro.
El materialismo, no como línea filosófica, sino como actitud de dar excesivo valor a las cosas materiales, sumado al humanismo lleva al hombre natural moderno por caminos escabrosos.
Es terrible creer que se es libre para elegir la propia forma de actuar y estar esclavizado al poder del pecado sin siquiera intuirlo, lo cual conduce a que el humano viva bajo una ilusión de libertad por la que tanto lucha.
De igual manera la autonomía de obrar según el propio criterio sin que otros se entrometan con su opinión está sujeta al poder del pecado, el cual impide que los criterios sean siempre los correctos.
El apóstol Pablo en una suerte de acusación menciona que el hombre natural por su condición caída se hizo vano en sus razonamientos por tener un corazón necio, el cual fue entenebrecido (Romanos 1:21).
Podemos concluir que el humanismo se sostiene en premisas, que vistas desde la perspectiva espiritual son extremadamente débiles.
Job, un hombre completamente probo desde la perspectiva humana, se preocupó ante Dios por sus pecados, pues no dudó en preguntarse si el hombre era realmente algo ante la santidad y perfección de Dios.
El hombre natural sabe de su imperfección, pero le cuesta mucho reconocer su estado de maldad, justamente porque el humanismo lo lleva a creerse poderoso y en dominio de lo que cree que es bueno.
Los mejores hombres del mundo creen no tener nada de qué lamentarse, pues ellos viven a su manera y son referentes para el resto, su éxito económico, político, artístico, etc. permite que lo malo de sus vidas no les sea tomado en cuenta y sus miles o millones de seguidores anhelan ser como ellos.
En contraposición están los mejores hombres que se lamentan del pecado, y cuánto mejores sean más se dolerán de éste. A éstos muy pocos quieren seguirlos, como en el caso de Job, que fue injustamente juzgado hasta por sus mejores amigos.
Ser mejor hombre no significa estar completamente alejado del pecado, sino anhelar con todo el corazón ser obediente a la Palabra para de esa manera poder amar más a Dios. Por tanto, el declarado justo por Dios no será justo a los ojos de los hombres, porque incurre en pecado.
Pero esa declaración de justicia sobre él da lugar a que se duela mucho por su pecado, pues sabe del padecimiento de Jesús en la cruz del calvario y del impagable precio de su deuda ante Dios. El amor de Dios por él lo constriñe a buscar la santidad, sabiendo que solo es alguien gracias a la misericordia y gracia del Creador.
El hombre no es nada como para que Dios se fije en él, sin embargo, Dios en su amor le da sabiduría e inteligencia verdaderas una vez que lo ha convertido en hombre espiritual, engrandeciéndolo de esa manera. Lo pone sobre su corazón cuando cree genuinamente en su Hijo Jesucristo, al extremo de llamarlo hijo de Dios.
Cristo nos hace libres de verdad, y para qué desear vivir bajo autonomía humana, si la guía de Jesús es perfecta. Nada supera a la sabiduría e inteligencia que vienen de Dios, en ese sentido es necio pensar que la razón humana puede llevar a algún lado sin terminar en el infierno.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.