Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. 2 Juan 1:9 RVR1960
Queridos amigos, en una conversación con uno de mis sobrinos tuve que escuchar que no es posible tener a la Biblia como referencia para el diario vivir de estos tiempos, por tratarse de un libro antiguo con principios decrépitos alejados de las tendencias vanguardistas.
Me quería dar a entender que el pensamiento humano estaba en continua evolución y que lo que fue alguna vez bueno y que sin duda contuvo mucha sabiduría, es obsoleto para la forma más inteligente de pensar de la modernidad.
Lo que no discernía es la atemporalidad de la Palabra de Dios y que Su verdad es única, perfecta y eterna, por lo que no pasa de moda y siempre es adecuada e infalible en todos los periodos históricos, lugares geográficos y entornos culturales.
El hombre natural moderno dominado por la cultura imperante tiende a ser progresista y ve con muy buenos ojos a sus congéneres de mente abierta y aventurera. La gente receptiva a nuevas ideas y diferentes opiniones o puntos de vista es apreciada por su tolerancia, pues tener una mentalidad abierta implica estar en la disposición de escuchar incluso cuando las propuestas de los demás van en contra del criterio propio.
El problema se suscita cuando aparecen los creyentes, quienes supuestamente no poseen apertura mental por estar demasiado encasillados en su ortodoxia cristiana. Se los describe como poco flexibles, hasta fanáticos, y desposeídos de la habilidad de aceptar las ideas de otros. La verdad es que el estilo de vida que el convertido busca tener es contrario a la cultura que el mundo desea imponer, el caminar del creyente es duramente contracultura.
Las corrientes del mundo llevan a pensar que para conseguir una vida exitosa es bueno tener una mente abierta, flexible y desestructurada. Enseñan que lo mejor es no limitarse a sí mismo, pues hay infinidad de cosas que se pueden hacer y lograr con solo abrir los ojos al mundo.
La bandera de las falsas enseñanzas de éstos tiempos ondea en la ambición de avance que domina al hombre moderno y en la famosa apertura de mente que tanto se aprecia. El mundo te enseña que si algo no te convence o acomoda no debes dudar en cuestionarlo.
Los falsos maestros unen la sabiduría de las Escrituras con la sabiduría del mundo y consiguen ser vistos como progresistas, tal y cual la demanda del hombre moderno. De esa manera no les es difícil conquistar la atención de los crédulos que deciden seguirlos.
Ofrecen religión light a medida, garantizando extraordinarios resultados, omitiendo los “tropiezos” necesarios que hacen parte de seguir genuinamente a Jesucristo. Traen grave error acerca de la persona y obra del Señor Jesucristo y, quizás sin saberlo, cortan una posible relación con Dios a través de sus doctrinas de avanzada. que contradicen la doctrina de los apóstoles sustentada en la verdad del Señor.
El apóstol Juan al expresar que todo el que se desvía de esta enseñanza de andar en la verdad no tiene relación con Dios, se está refiriendo a que Jesucristo es la referencia para toda verdad y que todo lo que no tenga relación con Él, está fuera de la verdad y no tiene ningún vínculo con Él.
A mayor abundancia de maestros engañadores, mayor el cuidado que los discípulos de Cristo Jesús debemos tener. No solo leer sino también escudriñar las Sagradas Escrituras es una tarea disciplinada a llevar a cabo, además de orar, para discernir cualquier engaño. Perseveremos en las enseñanzas de nuestro Señor, aferrándonos con firmeza a la verdad cristiana que nos une tanto al Hijo como al Padre.
Les deseo un día muy bendecido.