Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Marcos 13:33 RVR1960
Queridos amigos, pasados los momentos más difíciles, los pedidos en oración para la restauración del país han ido mermando de manera significativa.
Donde existe conflicto o bloqueo, todavía se oye el clamoroso pedido a Dios, pero puntualmente por personas que se ven afectadas en esos lugares y alguno que otro piadoso, que acompaña. Los fervientes rezos eran causados por el miedo y la zozobra de la incertidumbre, no era una búsqueda de Dios para encontrarle y gozar de su presencia durante el resto de la vida.
El susto no fue para menos, la gente sufrió duramente las consecuencias de desmanes dirigidos y sufre las consecuencias de los bloqueos. Y en ese tipo de situación es normal que el hombre natural busque socorro de lo alto, con el fin de que el Altísimo le ayude a resolver sus problemas terrenales.
Lo que no es normal es que el humano busque a Dios para que le ayude a solucionar sus problemas espirituales. Lo terrenal es tangible y causa dolor, se ve, se siente, se huele, se respira, se vive; pero lo espiritual parece etéreo, pues se percibe intangible y distante, para no decir, no muy relevante.
Dios es bueno por definición, además es bondadoso y benevolente, dichos atributos sumados a su misericordia conducen a que Él quiera oír el clamor de muchas de sus criaturas y también de sus hijos, lo cual no necesariamente se traduce en resultados medibles por el humano.
En muchos casos la evidencia de Su actuar y presencia es tangible, pero en otros, los sentidos humanos no perciben o disciernen sus acciones, lo cual no significa que no esté actuando. De ahí viene el dicho “los caminos de Dios son insondables”, y siempre buenos y perfectos.
El hecho de pedirle a un impío, aún cuando afirme que cree en Dios (a su manera), que mire, ore y vele por la venida de Jesucristo resulta ser un pedido extraño, principalmente porque no entiende, en toda su profundidad, el valor verdadero de la segunda venida del Señor.
Para comprender espiritualmente la relevancia del retorno de Cristo Jesús es imperativo haberle conocido tal cual Él se revela, a quienes el Dios Padre ha bendecido con misericordia y gracia. Para ello es imprescindible el arrepentimiento verdadero, el cual conlleva un cambio radical de vida, y haber creído en Jesucristo como Señor y salvador, es decir, contar con fe salvadora.
Solo quien cambia radicalmente por haber nacido de nuevo en espíritu, tiene el genuino anhelo de ser siervo de su Señor para servirle en obediencia, haciendo voluntariamente lo que Él le pide. Y aquel siervo fiel es quien mira, vela y ora, porque ha comprendido cuál es el acontecimiento más importante para su vida. Nada deja para después, pues todo lo desea hacer como para su Señor.
El gran afán del creyente genuino debe estar enfocado en no ser hallado desprevenido, porque está más abocado a su vida terrenal, que a aquella espiritual. Porque está viviendo en la confianza de las comodidades y los bienes que le acompañan, que lo tienen distraído de lo verdadero.
Es preciso velar, porque no se sabe cuándo llegará Cristo: Yo vengo como ladrón, bienaventurado el que vela, y guarda su ropa, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza (Apocalipsis 16:15). Resulta que había sido necesario velar para no ser sorprendido en deshonor y oprobio, es decir en pecado, con las manos en la masa, cuando el Señor vuelva.
Finalmente una recomendación para píos e impíos: Manténganse sobrios, y velen; porque el adversario el diablo, como leon rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8).
Les deseo un día muy bendecido.