No obstante, yo te haré tan terco y obstinado como ellos. ¡Te haré inquebrantable como el diamante, inconmovible como la roca! No les tengas miedo ni te asustes, por más que sean un pueblo rebelde». Ezequiel 3:8-9 NVI
Queridos amigos, en varias ocasiones tuve la oportunidad de compartir con un joven alemán, quien cree en Dios a su modo.
Quizás por su juventud y su respeto hacia mis pocas canas escucha mis comentarios bíblicos con cierta paciencia y no sale corriendo. Le resulta muy difícil discernir muchas cosas de la Palabra del Señor, pues la influencia del mundo en su pensamiento está tremendamente arraigada, sumados esos ideales de joven, que en muchos casos contradicen el pensamiento de Dios.
Si bien su posición proviene de un rígido corazón, no llega a ser insolente como la de muchos otros jóvenes. Pongo este ejemplo porque normalmente el rechazo de los jóvenes a las cosas que no les llegan o gustan, suele ser más impetuoso, que el de los adultos, quienes de alguna forma desarrollan (algo de) prudencia y diplomacia.
Como quiera que fuere, el rechazo a la Palabra de Dios por parte de una gran cantidad de gente es evidente, unos son más directos que otros, y también hay quienes la rechazan afirmándose en sus creencias, construyendo un impenetrable campo de fuerza alrededor.
Como Dios no suele dar rodeos fue directo al describir al pueblo de Israel como terco y obstinado, un pueblo que no quería escuchar y menos deseaba obedecer a su Dios. La situación actual de los pueblos se mantiene en igualdad de condiciones en cuanto a la falta de deseo e intención de escuchar al Señor a través de Su Palabra, Dios podría decirle al pueblo a través de algún profeta: Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos. Ustedes resisten al Espíritu Santo, como sus antepasados, ustedes son iguales (Hechos 7:51).
Ante tan difícil situación Dios fortalece a sus hijos, al igual que fortaleció al profeta Ezequiel, dándole una determinación para profetizar más fuerte, que el rechazo de quienes se resistían a escuchar.
La forma en que Dios fortalece es dando su verdad como poderoso alimento para el alma, llenando el corazón con fe, es una maravillosa gracia, que conduce a quienes la reciben a deleitarse en su Santa Palabra. No es necesario quitar, aumentar ni mejorar nada, toda la Escritura de Dios es perfecta, no se necesita buscar formas innovadoras para explicarla, su Palabra es suficiente, pues no hay mejor forma de hablar de lo que piensa Dios, sino con sus propias palabras escritas en la Biblia.
Oh Señor, te pido hacer inquebrantables como el diamante e inconmovibles como la roca a tus hijos para que lleven tu Palabra a aquellos que te resisten con rebeldía. Tu eres soberano y tus pensamientos son insondables para la mente humana, por lo tanto, no sabemos sobre quién surtirá efecto el poder de tu Palabra. Cristo fortalécenos, es tu promesa, para llevar tu Evangelio al mundo, sin importar cuál sea el resultado, que se haga tu voluntad.
Contamos con tus promesas Señor, el profeta Isaías ya lo dijo: Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé (avergonzaré); por eso puse mi rostro como un pedernal (cosa de gran dureza, material o inmaterial), y sé que no seré avergonzado (Isaías 50:7).
Contamos con la fe que tú nos diste bendito Señor: Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque (Moisés) se sostuvo como viendo al Invisible (Hebreos 11:27).
Les deseo un día muy bendecido.