Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo? Lucas 9:25 RVR1960
Queridos amigos, los adultos, a pesar de ser adultos, en una gran cantidad de casos actuamos como adolescentes empecinados cuando se trata de temas inherentes a lo espiritual.
Así como los adolescentes se obstinan en situaciones determinadas que a los ojos de los adultos no tienen futuro, los adultos se empecinan en buscar ganarse al mundo y no escatiman esfuerzos para conseguir su objetivo, aunque su búsqueda tampoco tenga un futuro posible a los ojos de Dios.
Si escuchásemos la Palabra de Dios con atención no estaríamos imbuidos en la búsqueda por ganarnos el mundo, para algunos búsqueda desesperada.
Queremos siempre lo mejor, lo cual desde ya es relativo. Crecemos con las ideas que el mundo nos mete a la cabeza, hay que ser un buen estudiante, no porque ser aplicado sea bueno en sí mismo, sino para lograr conseguir los objetivos del mundo.
Si eres bueno en el colegio serás un buen profesional, lo cual dará lugar a que seas apetecido por el mercado laboral y de esa manera te convertirás también en un bocado atractivo para las mujeres, oh preciado objetivo.
Tu éxito te llevará a vivir en un lugar distinguido y a comprar el mejor auto, a viajar a los lugares soñados que solo hubieras podido ver en la publicidad si no le hacías caso al mundo. A partir de tu sumisión al mundo tus sueños se empiezan a hacer realidad y vives los disfrutes de la vida y algunos ven tus logros con desconfianza, otros los ven con envidia, pocos son los que con sinceridad se alegran contigo de la forma en que te estás ganando el mundo, porque el mundo desaprueba lo que el mismo incita.
Mientras tanto en tu caminar has dejado corazones rotos, tu relevancia está por encima de los demás y te permites desfases a costa de otros, lo cual mucho no te importa, total tú eres merecedor de mucho por tus esfuerzos, ahora el mundo está a tus pies.
No deseo proseguir con el impulso de esta historia porque me pone en sumó incomodo continuar imaginando lo que implica ganarse el mundo.
El mundo nos enseña a ser individualistas y egoístas, los términos compasión, benevolencia, humildad, amor y paz verdaderos no están en el léxico de quienes buscan ganarse el mundo, porque podrían ser elementos que denoten una debilidad que quien quiere ganarse el mundo no puede tener.
Ganarse el mundo, un afán sin sentido que como logro final, pero no definitivo, obtiene una última distinción, la de ser el más rico del cementerio, porque se acaudala tanto que no se tiene tiempo de gastarlo.
Lo más duro y penoso es que el verdadero final no se encuentra en el cementerio sino en el lago de fuego y azufre. Esa es la perdición definitiva y eterna por no haber buscado nada o casi nada del cielo. El destino de los mortales que no buscan el reino de Dios es el infierno.
A los ojos de Dios los esfuerzos por ganarse el mundo son comparables a los de un siervo inútil, porque quien se aboca principalmente a las cosas materiales no está realizando lo que Dios desea. “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.,” Mateo 25:30 RVR1960
Busquemos ser siervos útiles a Dios. Entendamos que si le llamamos Señor es porque somos sus siervos y quien es siervo debe servir. Sirvámosle a Dios en obediencia buscando lo relevante y anteponiendo lo celestial a todo lo terrenal. De esa manera no estaremos destruyéndonos a nosotros mismos. Arrepintámonos y convirtámonos.
Les deseo un día con pensamientos alejados de los del mundo y que Dios les bendiga.