El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; Lucas 4:18 RVR1960
Queridos amigos, estar en la misma situación de las personas que se encontraban en Nazaret cuando Jesús fue a la sinagoga y se puso a leer las escrituras sería muy sorprendente.
El Maestro leyó la profecía escrita en Isaías 61:1-2 y los sorprendió diciéndoles que Él era el ungido y el enviado de Dios, que tenía el Espíritu sobre Él y que Él daría vista a los ciegos espirituales y libertad a los oprimidos por el pecado.
A Jesús lo conocían prácticamente todos, sabían que era el hijo de José el carpintero. Nadie se podría siquiera haber imaginado que Él llegaría y les diría que en Él se estaba cumpliendo la profecía; todo eso le sonaría a burla y a irrespeto a cualquiera que estuviera dentro de la tradición judía y no tuviera oídos espirituales.
A los presentes en la Sinagoga la situación les pareció tan extremadamente fuerte que estuvieron a punto de matar a Jesús tirándole por una peña, simplemente porque no tenían la posibilidad de dilucidar la situación por sus corazones endurecidos.
La tradición judía esperaba a un Mesías esplendoroso lleno de poder y majestad, no se soñaron con un hombre «común y corriente» como ellos.
Jesús les dijo que ningún profeta es aceptado en su propia tierra y mencionó como ejemplo a dos profetas: Elías que fue enviado a una mujer extranjera de Sarepta de Sidón y a Eliseo que fue mandado donde Naamán el sirio.
El mensaje fue muy duro para los judíos presentes porque les estaba dando a entender que a pesar de que ellos creían estar con Dios, Él prefirió elegir a extranjeros no judíos para mostrar su poder y bendecirlos.
No nos sorprendamos, si en nuestros días se diera una situación similar la reacción de las personas sería muy parecida, el rechazo hacia Jesús sigue firme también en esta época, la diferencia radica en que quienes rechazan a Jesús en su gran mayoría no son el pueblo escogido.
El hombre natural dice creer en Dios, sin embargo, al ser confrontado con Jesús también quisiera echar al Señor por el barranco, porque las palabras santas son como espada de doble filo y ponen bajo amenaza el status quo del hombre, demostrando que busca solo creer en un dios que satisfaga sus necesidades.
Solo quienes tienen ojos y oídos espirituales están en condiciones de entender en profundidad y de manera genuina lo que significan e implican las buenas nuevas del Evangelio.
Para tener sentidos espirituales es necesario nacer de nuevo espiritualmente a través de la gracia, la fe y la cruz de Jesucristo, todos maravillosos regalos de Dios.
La fe llega por el oír la Palabra y el efecto salvífico de la Cruz de Jesucristo se vuelve efectivo solo cuando se ha recibido el don de fe. Oremos por la misericordia y la gracia de Dios.
Les deseo un hermoso y bendecido día.