Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Lucas 12:15 RVR1960
Queridos amigos, la angurria, las ambiciones desmedidas, las ansias de acumulación y por supuesto la avaricia constituye un estilo de vida para muchos.
Aunque la mayoría de la gente, incluyendo a los mismos avaros y angurrientos, declara lo políticamente correcto, es decir, que tal forma de ser no es buena, no desecha para nada la simpática posibilidad de incrementar algo más en su haber de posesiones terrenales.
He llegado a conocer a varias personas con mucho dinero, ahora fallecidas, que se han pasado gran parte de su vida acumulando. Son descritos como grandes empresarios, visionarios, con un gran sentido para los buenos negocios y las inversiones, son los que olfatean el dinero y lo encuentran, sin embargo, han muerto como cualquier mortal y ahora son solo polvo.
Quizás fueron personas altruistas y alguna obra lleva su nombre, el cual será recordado en su mundo por algunas generaciones. El hombre busca ser trascendente con sus obras, sin embargo, es bastante intrascendente, gozando del beneficio de ser recordada, sea por motivos buenos o malos, solamente una ínfima minoría de ciudadanos del mundo.
De ninguna manera es antibíblico trabajar para conseguir posesiones terrenales con el objetivo de llevar una vida más confortable y conseguir una estabilidad económica. Existen personas ricas, bendecidas por Dios, que no viven por ni para el dinero y las posesiones. Se cruza la línea cuando el objetivo es tener por tener, cuando el corazón está enfocado solamente en lo material, cuando se llega a tener miedo y hasta pavor de perder lo que se consiguió (con tanto esfuerzo), o cuando no se quiere separar de alguna o ninguna posesión porque nadie se la regaló.
Aquí nos encontramos ante un grave problema espiritual, pues la Palabra nos enseña que no debemos hacernos tesoros en la tierra, sino más bien buscar hacernos tesoros en el cielo (Mateo 6:19-20).
Las personas que viven con el corazón enfocado en lo material no han entendido que la vida terrenal es prestada y que hay posibilidad de otra vida maravillosa después de la primera muerte (la segunda muerte es espiritual y en el infierno).
Entendiendo que hay otra vida infinitamente mejor, podemos comprender a lo que Jesús se refería, cuando decía que la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee, pues la vida del hombre puede estar compuesta de dos vidas, una terrenal y otra eterna en el reino de los cielos.
La verdadera vida del hombre consiste en buscar las cosas del cielo haciendo la voluntad de Dios. Por supuesto que dicha afirmación es de locos para muchos, y para aceptarla no solo con el intelecto sino con el corazón es preciso haber oído el Evangelio, haberse arrepentido y haber aceptado en el corazón a Jesucristo como Señor y salvador. Caso contrario el corazón buscará las cosas de la tierra y para algunos cuánto más mejor.
Huyamos de toda avaricia y de ambiciones desmedidas, verifiquemos cuál es la orientación de nuestro corazón, Dios perdona al avaro de los avaros y al rey de los mafiosos, si existe verdadero arrepentimiento, Él es quien justifica al impío, el salva a los que por naturaleza son pecadores y se sienten merecedores de castigo y se humillan ante Él.
Les deseo un día muy bendecido.