Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. Juan 5:22-23 RVR1960
Queridos amigos, muchos creen que pueden llamar Padre a Dios sin siquiera conocer a Jesucristo.
Los judíos fariseos se indignaban toda vez que Jesús llamaba Padre a Dios, además de que se igualaba con Él, lo cual representaba una tremenda blasfemia para ellos.
Su odio se incrementaba aún más al escuchar que el juicio, que según su conocimiento estaba solo reservado para el Padre, en realidad estaba en manos del Hijo.
Su ceguera espiritual no les permitía ver la realidad de que todas las cosas eran dirigidas a través del Hijo, en el pasado, en el presente y también en el tiempo del juicio final.
Si todo está encomendado al Hijo, entonces toda la humanidad debe honrarle como hay que honrar al Padre, pues quien no honra al Hijo tampoco honra al Padre, quien fue el que le envió para ejecutar la obra más maravillosa para quienes en Él creen.
El Dios Padre ha puesto en manos del Hijo todo lo concerniente al juicio, Él es el que realiza el juicio como Justo Juez. El Padre no acepta otra justicia que no sea la del Hijo.
La justicia consiste en el sacrificio perfecto en la cruz del calvario a través del cual, los pecadores pueden ser justificados. Jesucristo hará justicia sobre aquellos que no quisieron humillarse y arrepentirse, cuya sabiduría les llevó a adorar a cualquier otro dios.
La Palabra dice que el que no cree en Jesucristo ya ha sido condenado (Juan 3:18), lo que quiere decir que el hecho de que se ejerza juicio sobre una determinada persona depende de su posición ante Cristo Jesús.
La Biblia nos enseña que no hay medias tintas, se es amigo o se es enemigo (Romanos 5:10). En ese sentido se encuentran quienes quieren amar y seguir a Jesucristo hasta la eternidad y están los que le rechazan, viendo en Jesucristo a un enemigo, condenándose éstos a sí mismos.
Muchos no aceptarán ser descritos como enemigos de Jesucristo, sin embargo, sus actos y forma de vida delatan lo que realmente son.
La humanidad está dividida entre los seguidores de Jesucristo y el gran resto que le rechaza, unos de manera explícita, otros de manera diplomática y una cantidad importante incluso dice seguirLe de boca para fuera, sin morir a sí mismos, sin cargar su cruz y amando al mundo.
Jesucristo es digno de toda honra, el honor es todo para Él, la gloria es toda suya. Sin embargo, fue maltratado, despreciado, perseguido y asesinado. En nuestros tiempos la figura no cambió, si Jesús volviese a la tierra supongo que sufriría de forma parecida.
El hombre natural no entiende que la honra y la gloria son todas de nuestro Señor, siempre busca apropiarse del cien por ciento o por lo menos compartir lo más posible.
Por supuesto que Jesucristo no volverá a vivir lo mismo que en su primera venida, sino que llegará como Rey de reyes y Señor de señores. Mientras tanto podemos confiar en su obra, su muerte sacrificial y resurrección, la esperanza que los hijos de Dios tenemos en Él es inextinguible y nadie podrá destruir la fe y el amor que recibimos de Él.
El triunfo final es todo de Jesucristo y todos sus seguidores estaremos presentes observando con admiración al que da vida, al que tiene toda la autoridad para el juicio y que merece toda la honra.
Les deseo un día muy bendecido.