como entristecidos, mas siempre gozosos; como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo. 2 Corintios 6:10 RVR1960
Queridos amigos, cuando se nos presentan problemas uno tras otro, solemos decir que tenemos una lluvia de adversidades, en el caso de Pablo la situación se dirigía hacia una tempestad con fuerte ventisca por la magnitud de inconvenientes que debía afrentar.
El creyente está llamado a resistir con paciencia cuando los problemas le abruman. Existen dos opciones posibles para el convertido: la resistencia paciente pasiva o activa. La primera consiste en dejar que los problemas pasen confiando en la gracia y providencia de Dios, haciendo poco o nada por resolverlos.
En tanto que la actitud activa incluye la motivación de soportar las dificultades viéndolas como oportunidades para glorificar a Dios. Da pelea y no se rinde, los problemas suelen aparecer de manera inesperada en situaciones impredecibles, sin embargo, el activo los recibe de buen ánimo, transformando la adversidad en fortaleza y oportunidad.
El apóstol Pablo fue enormemente activo, sustentado en un sólido carácter y recto comportamiento juntamente con la paciencia que acompañaba a sus aflicciones, su accionar estaba basado en los buenos principios de Jesucristo.
Dios permite en su infinita bondad que el creyente elija su forma de proceder, sea ésta activa o pasiva. No obstante, ningún convertido puede prescindir de la gracia de Dios para actuar contra las tentaciones. Debe clamar en oración a Dios para que le bendiga con gracia a fin de poder presentarse aprobado en todas las cosas ante Él.
La tentación de ceder ante la presión de las opiniones de los impíos es muy grande para el creyente que está en contacto cercano con ellos. Si la situación se hace insostenible es mejor huir antes que dar brazo a torcer. Es menester del nacido de nuevo mantenerse firme delante de Dios y no claudicar, negándose a comprometer su nueva vida en Cristo.
Una vez más el ejemplo de Pablo debe servirnos como alimento para el alma y el espíritu, él se mantuvo firme en su fidelidad a Dios en momentos en los cuales era condenado, demostrando humildad, dominio propio y gozo en el Señor, en tanto que cuando era aclamado no presentaba signos de orgullo.
Es paradójico que algunos vean al creyente como alguien que tiene buena reputación y otros esgriman una opinión contraria indicando que goza de fama dudosa. Estas opiniones opuestas están normalmente sustentadas en principios del mundo o en normas de Dios. Por lo tanto, la misma persona puede ser vista por unos con desprecio por ser un perdedor, fanático, engañador y desubicado, y por otros como hombre de verdad y justicia, rico espiritualmente, respetado y fiel.
Quienes en apariencia se ven tristes y pobres, aparentemente sin tener donde caer muertos, en realidad siempre tienen alegría en el corazón y están dispuestos a dar riquezas espirituales a otros. Esta paradoja de no poseer nada, y sin embargo, tenerlo todo solo se hace realidad en los verdaderos creyentes, quienes a los ojos del mundo tienen poco o nada para ofrecer, pero por poseerlo todo por obra y gracia de Dios, pueden dar mucho.
El conocimiento genuino de Jesucristo hace la gran diferencia. El hombre nacido de nuevo es parte de una nueva familia, la Iglesia, con Cristo Jesús a la cabeza, y Él lo cuida sin importar lo que el mundo piense de él.
Debemos mantenernos firmes en la fe, permitiendo que sea el Espíritu Santo quien controle nuestras vidas. Huyamos de circunstancias adversas a la vida cristiana y mantengámonos separados de aquellos que tienen expectativas contrarias a las nuestras y que esperan un cambio de actitud y comportamiento a su favor.
Les deseo un día muy bendecido.