y bienaventurado es aquel que no halle tropiezo en mí. Lucas 7:23 RVR1960
Queridos amigos, tanto los que no creen en el Señor Jesucristo, como aquellos que dicen creer, pero no desean cumplir con sus exigencias, porque van en contra de su juicio, criterio o sentir, hallan tropiezo en Él.
En cambio, aquellos que han comprendido que seguir los preceptos, ordenanzas y mandamientos de Cristo representa la única verdad, porque Él mismo es la verdad, son bienaventurados. Dios bendice a los que no se apartan (o espantan) por causa de Jesucristo.
Hallar tropiezo en Jesucristo equivale a sentir gran indignación ante lo que se considera una actuación contraria a los valores establecidos por el mundo o por un grupo de individuos, es decir, equivale a escandalizarse por aquello que Él demanda y afirma, y que es contrario a los niveles de moral y de ética vigentes o aceptados por una determinada sociedad o grupo (Mateo 13:57; Marcos 6:3).
Las falsas creencias, contrarias a las Escrituras, son también de tropiezo, pues generan aversión hacia el Señor.
La propia justicia del hombre es también la medida que lleva a que Jesucristo sea tropezadero, pues cuando ésta se antepone a la justicia divina, la brecha es tal, que el rechazo por parte del humano es solo cuestión de tiempo, para no decir inmediato.
Jesucristo es sumamente precioso para los que creen, pero para los que no creen, es piedra de tropiezo y roca que hace caer, porque tropiezan en la Palabra, refutando seguirla, actúan de manera desobediente hacia el Creador de todas las cosas (1 Pedro 2:7-8), siguiendo la falsa creencia de deber ser firmes en cuanto a sus principios (de justicia propia o de alguna creencia).
Bienaventurado el hombre que pone su confianza en Jesucristo, dejando de mirar y admirar a los soberbios y a quienes se desvían tras la mentira (Salmos 40:4), pensando en los pobres y necesitados (Salmos 41:1). Bienaventurado aquel que no sigue el consejo de malvados ni anda en malas compañías ni se junta con los que se burlan de Dios (Salmos 1:1).
Todos quienes ponen genuina confianza en Cristo Jesús son bienaventurados porque su transgresión ha sido perdonada, y su pecado ha sido cubierto por el sacrificio realizado en la cruz del calvario (Salmos 32:1), pues se trata de personas que han sido escogidas y atraídas por Dios para que vivan cerca de Él, en su mismo templo (Salmos 65:4).
Dichosos son los que temen a Dios y se deleitan en gran manera en sus mandamientos (Salmos 112:1). También son dichosos los que saben y aman aclamar a Dios, pues estos andarán iluminados por la luz de Su rostro (Salmos 85:15).
La promesa de Dios para quienes creen, y ponen su confianza en Jesucristo como su Señor y salvador trasciende más allá de la muerte física, pues afirma que los muertos que mueren en el Señor son bienaventurados, porque descansarán de todos sus sufrimientos y dificultades, además Dios los premiará por el bien que han hecho (Apocalipsis 14:13).
El mundo disfruta de la tentación, incluso describe las cosas que ama hacer, comer y beber como “tentaciones”, porque no tiene (ni quiere tener) a Jesucristo dentro de su radar de contención. Si se les llama la atención, diciéndoles que lo que hacen está mal, porque va en contra de los principios de Dios, es motivo de escándalo, burla y para escuchar lo que no se quiere oír.
Pero bienaventurado el que soporta la tentación (que va en contra de la santidad de Dios), porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman (Santiago 1:12).
Solo el poder del evangelio podrá levantar las almas de quienes tropiezan una y otra vez con Jesucristo. Dios en su misericordia no desahucia al pecador después de sus muchos tropiezos y caídas. Se puede vivir muchos años en pecado, y de pronto ser sorprendido con la bendita gracia de Dios.
Glorifiquemos a Dios por levantar almas perdidas y encontrarlas para conducirlas a una nueva vida, pues se trata de bienaventurados. Dios librará a los bienaventurados en el día malo. Bienaventurado es el que guarda todos los días de su vida las palabras de las Sagradas Escrituras (Apocalipsis 22:7).
No dejemos de evangelizar, es un acto de amor para sacar al prójimo de tropiezo y para que sea bienaventurado, si Dios quiere.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.