Gracias doy a mi Dios siempre por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús; porque en todas las cosas fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia; 1 Corintios 1:4-5 RVR1960
Queridos amigos, una verdad muy dura es que los pecadores no pueden obtener nada de Dios, porque no están en paz con Él.
Solo a través de Cristo Jesús es posible acercarse a Dios. La obra de Jesucristo en la cruz del calvario y la fe dada por Él hacen posible que el estado de guerra del pecador contra Dios termine en paz y reconciliación para el alma arrepentida.
Durante mis años de caminar cristiano he podido convencerme de la dureza de corazón de la mayoría de la gente. No me refiero a que sean malas personas bajo los parámetros del mundo, sino a su obstinación por mantenerse en su statu quo espiritual.
Definitivamente no se puede convencer a nadie para que desee convertirse en seguidor de Cristo. Los llamados a predicar el evangelio debemos esforzarnos para transmitirlo correctamente, el resto queda en manos de Dios.
Cuánta habrá sido la satisfacción del apóstol Pablo al descubrir que su obra evangelística como instrumento de Dios estaba rindiendo frutos. Como era característico en él, daba gracias a su Señor por la maravillosa gracia que regalaba a pecadores que no la merecían, en este caso se trataba de los creyentes de Corinto. Afirmaba que era un gran privilegio, por una parte recibían la gracia y por otra ya le pertenecían a Dios.
La gracia es dada solo en Cristo Jesús. Sin Cristo como intermediario es imposible llegar a Dios, motivo por el cual es imprescindible creer en Él como Señor y salvador. Si se cree en Jesucristo entonces el Padre celestial concede gracia, y la gracia se manifiesta en los dones espirituales que el apóstol Pablo detalla.
Si queremos vivir una vida de verdad no podemos prescindir de Cristo, pues todas las verdaderas riquezas están en Él. El Señor pone a nuestra disposición sus riquezas inescrutables, nosotros podemos usarlas, es más debemos apropiarnos de ellas.
Cómo no agradecer a tan maravilloso Dios, quien en su infinito poder determina enriquecer en Él en todas las cosas, en toda palabra y en toda ciencia a todos los que reconocen al Hijo como Señor. Los dones espirituales son otorgados a través del Espíritu Santo, y los creyentes son enriquecidos por Dios con estos dones.
Recibir a Cristo es el inicio de un camino poco fácil, pero también lleno de hermosas sorpresas, pues se van descubriendo maravillas, las cuales se harán todas realidad en los creyentes genuinos. La misión del convertido es esforzarse por vivir en santidad, pero dicho esfuerzo va acompañado de la maravillosa promesa de que será perfeccionado para cuando el día del Señor llegue.
Les deseo la misericordia que perdona, la gracia que convierte y santifica, la paz que consuela y el gozo que anima, a través de nuestro Señor Jesucristo.
Tengan un día muy bendecido.