Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Mateo 5:5 RVR1960
Queridos amigos, en el mundo en que vivimos admitir que uno es manso es declararse prácticamente como perdedor.
Se nos enseña que uno no puede ni debe ser manso porque el resto se aprovechará con toda seguridad de tal condición y por consiguiente se saldrá perdiendo.
En mi época de colegio se decía, cuando uno se sabía superior en alguna forma al otro «ese es mi manso». Un simple ejemplo para mostrar el sentido peyorativo de ser manso.
El mundo piensa en función a fortaleza, poder, capacidad, seguridad en sí mismo y agresividad, sustantivos contrarios a la mansedumbre. Éstos son vistos como pilares para el éxito, y para la filosofía del mundo el éxito es base de la felicidad. Cuantas más conquistas y más posees mucho mejor.
Una vez más nos sorprendemos ante una declaración bíblica contraria al pensamiento del mundo y preguntamos, si ser manso no es tan bueno, ¿por qué Jesús nos insiste que los mansos serán felices y que además serán herederos de la tierra?
Me imagino que muchos han rechazado la posición cristiana porque les era imposible entender el sentido espiritual de la mansedumbre, del sometimiento a Dios. No llegan a entender cómo uno se puede someter de esa forma, porque han sido enseñados de otra manera. El sometimiento para ellos es la peor humillación.
El saberse un ser tan inferior ante la majestuosidad de Dios es en sí una bendición para el cristiano. El someterse a un ser absolutamente perfecto, que lo sabe todo, que lo puede todo y que adicionalmente demuestra su bondad a través de su misericordia, además de su gran amor por los convertidos, en verdad no resulta nada denigrante, más al contrario es una liberación, porque a partir de que me declaro su esclavo dejó todo en sus divinas manos y me gozo en que Él tomará siempre el mejor camino, la mejor decisión y sabrá escoger solo lo mejor de lo mejor.
La Palabra dice que la tierra será de los mansos, es decir que los mansos serán quienes tendrán el mundo a sus pies. Se trata de una afirmación definitiva y sorprendente todo será solo y únicamente de los mansos.
Los mansos son los que en callada sumisión al Todopoderoso toleran insultos, difamación y menosprecio. Ante la afrenta callan o dan una blanda respuesta. Se los ve pacientes ante el abuso y el maltrato. Conocen sus derechos pero no necesariamente los reclaman.
Su mansedumbre fomenta su vida espiritual, su comunión con Dios. Su seguridad de ser hijos de Dios se incrementa a través del consuelo de las promesas de Jehová, su éxito está en su dependencia de Jesucristo.
Dentro del orden no casual de las bienaventuranzas primero esta ser pobre en espíritu, segundo el lloro espiritual, tercero la mansedumbre. Se puede observar que la pobreza en espíritu implica humildad, el lloro espiritual implica abatimiento, dos ingredientes fundamentales para desarrollar el tercero.
Si alguien cree que puede llegar a este punto de mansedumbre bajo sus propias fuerzas es un iluso dotado de una gran dosis de fe intelectual. Solo Dios y su poder pueden lograr que un humano pueda llegar a este punto.
Puedo reconocer mi pobreza en espíritu y llorar mi bancarrota espiritual, ambos aspectos inherentes a mi ser interior, pero aceptar verdaderamente que otros me menosprecien diciendo cosas de mí, habiendo sido entrenado para lo contrario, solo puede ser logrado a través de la presencia de Jesucristo en mi vida.
Les deseo un bonito día y que Dios les bendiga.