Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Colosenses 3:23-24
Queridos amigos, en nuestro diario vivir tenemos las más diversas motivaciones para hacer las cosas.
Motivadores de este mundo son entre otros el dinero, el prestigio, el poder, la fama, siendo el centro de todo ello el egoísmo del humano.
Para no ver todo tan oscuro también existen otros motivadores de tonalidades claras como por ejemplo el amor y la compasión.
El humano por naturaleza busca hacer las cosas para llevarse aunque sea un poco de loor para sí mismo, es decir que aunque diga que está realizando algo con total desprendimiento, siempre queda algo para su propia gloria en su corazón.
Sabiendo que Dios es merecedor de toda gloria porque todo es su hechura y que por tanto ningún humano es merecedor de gloria alguna, los creyentes debemos vivir para Su gloria.
Es a través de ese motivador divino que debemos hacer todo como para el Señor, debemos poner todas nuestras fuerzas, nuestro intelecto y nuestro sentir pensando en lo que Él merece recibir, después de habernos bendecido con Su gracia infinita.
Adicionalmente pensemos que si hacemos las cosas como para Dios, todo lo que hagamos será bueno y para bendición eterna. ¿Acaso no es ese otro motivador extraordinario?
Con este actuar nos ponemos bajo la lupa del mundo, porque no todos verán con buenos ojos el actuar cristiano, sin embargo, Jesucristo es nuestro justo juez, quien además de juicio nos dará Su herencia eterna.
Les invito a hacer todo como para el Señor y les deseo que el Dios Padre les bendiga con su gracia.