Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Santiago 1:22 RVR1960
Queridos amigos, la obediencia, en estos días, no es vista ni entendida como solía ser en tiempos de generaciones anteriores.
Antes ser obediente era un atributo sobreentendido y parte del diario vivir.
Hoy en día la obediencia está pasando a un segundo plano, quizás hasta un tercero; más cuentan las libertades que especialmente las generaciones más nuevas se quieren abrogar.
Ser obediente, en el sentido clásico, se ve como algo obsoleto y para personas de mente obtusa.
Sin embargo lo que dice la Biblia no pasa de moda porque es de carácter eterno, y dice que los hijos les deben obediencia a los padres, que los empleados les deben obediencia a sus jefes, que todos les debemos obediencia a nuestras autoridades y así sucesivamente.
La principal obediencia es la que le debemos a Dios y a su Palabra. Por tanto para verificar que estamos siendo obedientes es necesario que seamos hacedores de su palabra.
Para el creyente es parte de la obediencia leer las Sagradas Escrituras, caso contrario no sabría qué hacer y le sería muy difícil ser hacedor de la Palabra.
No nos engañemos pensando que porque nos reunimos los domingos para oír un sermón, o porque leemos un poco la Biblia, ya vivimos como cristianos.
¡El creyente busca ser obediente!
Aunque en su caminar tropieza y cae, se levanta, se sacude, se arrepiente, se duele, pide perdón a Dios y sigue buscando el camino de obediencia.
Esa es la actitud del verdadero creyente.
Recordemos que para ser obediente muchas veces es necesario ser radical y duele, eso es parte del sufrimiento del cristiano y parte del crecimiento espiritual.
Es mi deseo que Dios pueda llevar sus corazones a obediencia, tengan un lindo día.