Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis. Marcos 14:7 RVR1960
Queridos amigos, qué declaración más lapidaria contra aquellos que se comprometen a eliminar la pobreza.
No que no se haya conseguido avanzar en la lucha contra el hambre y la enfermedad, sin embargo, en un mundo supuestamente tan avanzado la pobreza sigue siendo un gran azote sin vías de solución.
Ya en el Antiguo Testamento se escribió que no faltará pobre en la tierra. A causa de esta afirmación se ordenó que aquel que tuviera algo para dar abriese su mano a su prójimo menesteroso, es decir las personas que no tienen lo necesario para vivir o poseen muy poco y sufren de escasez (Deuteronomio 15:11).
La muerte de Jesús estaba cercana, motivo por el cual Él afirmó que no siempre lo tendrían presente físicamente para hacerle el bien. El Señor habló estas palabras después de que la mujer había terminado de echarle en la cabeza todo el contenido del frasquito de perfume. Considero que sería mal intencionado afirmar que Jesús prefirió, que se desperdiciara el caro perfume sobre Él a destinar ese dinero para los pobres.
Algunos de los presentes vieron el acto de la mujer como un gran desperdicio, pues el valor del perfume correspondía a la paga de casi un año por el trabajo de un obrero. Estaban escandalizados ante tanto derroche, pues se podía haber alimentado a varios pobres por un buen tiempo.
Sería un gravísimo error poner como excusa algunas buenas acciones a favor de los pobres para dejar de darle la mayor importancia al Señor, pues no hay esfuerzo más relevante que actuar primero a favor de Dios. Ese grave error lo cometieron varios de los presentes en la casa de Simón el leproso, entre ellos Judas, que además no criticó por tener compasión de los pobres, sino porque robaba de la bolsa común que tenía a su cargo.
En ese sentido gastar el salario de un año no es nada, aunque muchos tuvieran que perecer de hambre. Por supuesto que nuestro bendito Dios en su amor, bondad y misericordia no pedirá dichos sacrificios y quizás tampoco permitirá que se realicen, aunque en su nombre se hicieron muchas atrocidades.
La forma en la cual fue utilizado el valioso perfume correspondía a la unción que se solía realizar a los muertos, y el Maestro dijo: “se ha anticipado a ungir mi cuerpo para la sepultura” (Marcos 14:18). La mujer seguramente quedó muy sorprendida ante tales palabras, pues con toda probabilidad esa no había sido su intención, lo más factible era que deseaba mostrarle su amor y sumisión a quien reconocía como su Señor. Lo que ella nunca supo, fue el hecho de haber sido elegida por Cristo para realizar una obra tan bonita y amorosa.
Cristo derramó su preciosa sangre por aquellos que en Él creen, ¿habrá algo que nosotros podríamos dejar de hacer para favorecerlo, después de tan tremendo acto de desprendimiento? De ninguna manera, debemos estar dispuestos a sacrificar diez mil frascos de carísimo perfume por el honor y gloria de nuestro Señor.
Es obligación del creyente verdadero darle a Dios lo más posible, en realidad Él lo exige todo, pero Él no espera nada físico sino que nuestras acciones, actitud, pensamientos y amor sean para Él. Cristo desea que se le honre, por tanto, es deber de sus seguidores honrarlo sin importar el precio.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.