pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. 1 Tesalonicenses 4:7-8
Queridos amigos, veamos cuál es la vida que agrada a Dios.
La palabra es clara en cuanto a cómo conviene que el creyente se conduzca.
La voluntad de Dios para el convertido genuino es la santificación, es decir hacerle crecer espiritualmente, viviendo alejado del pecado, hasta que pueda llegar a estar en Su presencia.
No existe convertido que deje de pecar, sin embargo el convertido vive alejado del pecado, sufre y pide perdón en arrepentimiento genuino cuando peca. Tiene fe y se goza en la promesa de que Dios le perfeccionará.
La palabra de Dios dice, ante todo, que el creyente debe ser obediente a Sus preceptos.
El creyente debe ser compasivo, piadoso, bondadoso, amoroso, benigno. CARACTER DEL CRISTIANO
No debe dar rienda suelta a ninguna pasión o vicio, por lo tanto debe tener templanza, es decir dominio propio.
Debe ser fiel a su pareja y debe perdonar todas las ofensas que recibe.
Debe cuidar su cuerpo (no es por vanidad), porque el cuerpo del creyente es templo del Espíritu.
El creyente debe ser humilde, manso, pacificador y paciente.
Para que todo lo anterior sea posible, el Espíritu Santo obra sobre el convertido y lo guía para santificación.
¿Quién en su propia fuerza sería capaz de lograr todo lo anterior? Solo podemos lograrlo a través del poder de Dios.
Alabemos a Dios por su obra en nosotros.
Les deseo un día muy bendecido.