Diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Lucas 22:42
Queridos amigos, en estos días cada vez más convulsionados tanto para el mundo terrenal como el espiritual, el mundo enfatiza sobre la enseñanza, que deben prevalecer los derechos de las personas (yo primero), llevando a que cada uno, se sienta más dueño de sí mismo, defendiendo enérgicamente sus posiciones (egoístas), lo cual genera que el alejamiento de la voluntad de Dios sea permanente.
Sin duda se trata de otra de las maquinaciones de Satanás, las cosas se están volcando para mal.
Como ejemplo, recuerdo el respeto que teníamos que tener por nuestros maestros en la escuela, incluso cuando éstos hacían algo que nos parecía inadecuado, se mantenía una línea que no se cruzaba.
En estos días los maestros deben estar preparados para recibir amonestaciones, amenazas e incluso agresiones tanto de alumnos como de padres. Con seguridad un cambio para mal.
La Biblia enseña que si es necesario hay que utilizar la vara para educar a los hijos y se usaba también en los colegios, sin embargo en éstos días eso es visto como un acto de barbarie, que además vulnera los derechos de los hijos. ¿Será bárbaro lo que Dios enseña?
Me baso en este ejemplo para mostrar cómo se están desvirtuando las cosas en los ámbitos del mundo donde el rechazo al Dios de la Biblia es evidente.
Satanás, el príncipe del mundo, está trabajando para cambiar las mentes de las personas a fin de generarles cada vez más un menor sentido de obediencia de acuerdo a los cánones de Dios.
Intuyo que su plan se dirige a conseguir sujeción absoluta por parte del mundo hacia él a través de la dependencia (como una droga), cada vez mayor, de las tecnologías de la información, las redes sociales y los sistemas de comunicación.
Cuán diferente es la figura del creyente que es guiado a través del ejemplo de su Señor Jesucristo. La obediencia del cristiano se fundamenta en el amor y no en la obligación, menos en la coacción.
El convertido sabe del amor de Dios para con él y reconoce que no es merecedor de ese amor ni siquiera de la manera más ínfima. Tal hecho le lleva a querer amar a Dios, cuya consecuencia directa es la búsqueda de la obediencia para agradar al Creador.
Considero que en este versículo vemos el máximo ejemplo de obediencia demostrado a la humanidad.
Si pensamos que el conflicto de Jesús era la muerte, nos equivocamos. El problema mayor era que nuestro Señor tenía el conocimiento anticipado de los terrores que le esperaban, motivo por el cual su alma sufría, triste hasta la muerte, llegando a transpirar sangre.
Él visualizaba los horribles efectos del pecado y las aflicciones por las que iba a pasar. La separación total de Dios que debía experimentar al morir por los pecados del mundo, podría haberle hecho dudar de continuar con su misión.
Jesús no dudó en mostrar sus sentimientos a Dios cuando le pidió que pasase de Él la copa de amargura que estaba por beber. No obstante esos fatales sentimientos que le abrumaban Él continuó firme en hacer la voluntad del Dios Padre, a fin de cumplir la misión para la cual había sido enviado.
Bendito sea nuestro Señor Jesucristo que estuvo dispuesto a someterse a todo para conseguir la redención y salvación de muchos de nosotros.
Si este monumental ejemplo no nos lleva a entender que también nosotros debemos estar dispuestos a beber de la copa más amarga que Dios pueda poner delante de nosotros, no hemos entendido el amor de Jesucristo vertido sobre sus escogidos. Nuestra naturaleza se opondrá a beber de cualquier copa, sin embargo se someterá en la medida en que seamos obedientes convertidos.
Seremos vencedores no a partir de que nuestros problemas sean eliminados, sino cuando nuestros padecimientos sean santificados a través de la llenura en nuestros corazones, generada por el gozo y la confianza de ser verdaderos hijos de Dios.
Les deseo un día bendecido.