Los pecados de algunos hombres se hacen patentes antes que ellos vengan a juicio, más a otros se les descubren después. 1 Timoteo 5:24 RVR1960
Queridos amigos, todo creyente sabe con certeza, que Jesucristo llegará pronto en su segunda venida, y que, entonces, se revelarán las verdades del carácter humano, tanto los pecados ocultos de muchos como las buenas acciones en secreto de otros.
Sin embargo, y hasta la llegada de nuestro Señor, es menester de todo convertido maduro estar atento a los pecados visibles a fin de exhortar a sus hermanos menos maduros. En muchos casos no es necesario realizar ninguna investigación, pues los pecados saltan a la vista por su propia evidencia.
Está de moda decir en círculos pseudo cristianos “no juzgues a los demás”, sin embargo, la Biblia enseña la necesidad de juzgar con justo juicio (Juan 7:24). Por supuesto, que antes de ejercer un justo juicio, se debe tener presente de ver primero la viga en el propio ojo. Eso significa que quien realiza un juicio no debe sentirse superior o mejor al hermano, pues todos somos viles pecadores, y, además, el juicio debe estar hecho en amor cristiano.
El rey David fue un gran hombre de Dios, porque Dios mismo decidió engrandecerlo, él por sí mismo nada tenía de que jactarse. A pesar de ser un gran hombre de Dios transgredió con pecados evidentes, primero se apropió de lo que no era suyo, Bethsabé una mujer casada con Urías, luego fornicó con ella y la llevó a adulterio, para finalmente deshacerse del inocente marido haciéndolo matar en batalla.
Hubo quien exhortase a David. Natán fue enviado por Dios para que señalara a David la gravedad de sus pecados. No creo que Natán haya pensado “ahora es mi oportunidad de engrandecerme delante de este rey, aprovecharé para humillarle”.
La humanidad sin Dios sigue los deseos de la naturaleza pecaminosa, cuyos resultados son más que evidentes. Sin embargo, también personas convertidas caen en la desgracia del pecado. La diferencia entre el mundano y el creyente verdadero radica en el arrepentimiento genuino del cristiano.
Cualquiera que lleve una vida disoluta no heredará el reino de Dios. Sin importar si sus pecados están a la vista o no, su destino final ya está decidido. El apóstol Pablo nos pone una serie de ejemplos de pecados en Gálatas 5:19-21: inmoralidad sexual, fornicación, adulterio, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, enemistades, pleitos, celos, arrebatos de furia, homicidios, herejías, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas, orgías y otros pecados parecidos.
La mayoría de los pecados expuestos salen a la luz tarde o temprano, sin embargo, hay algunos que se guardan con mucho celo, incluso hasta la muerte. Es por eso que existen muchos impíos que tienen el aura de ser buenos ciudadanos, porque se distinguen por tener una vida, supuestamente, intachable. Quienes los identifican como tales no tienen el alcance de evaluar el contenido de sus pensamientos y sentimientos reservados, solo Dios conoce los corazones de todos.
Aquellos que tienen buenas obras ocultas son quienes han escapado de las contaminaciones del mundo gracias a la obra de Jesucristo en la cruz del calvario. Estas personas viven acompañadas del Espíritu Santo cuyo fruto es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:23), lo cual permite realizar buenas acciones y mantenerlas en secreto, como debe ser la verdadera actitud cristiana.
Los líderes de la Iglesia deben ser elegidos cuidadosamente, porque existen casos donde los pecados están en secreto y solo saldrán a la luz cuando Jesucristo venga. Así mismo existen líderes autoproclamados, también hay que ver cómo viven y cómo se desempeñan para evitar la equivocación. Los líderes de la iglesia tienen el deber de ser irreprensibles, caso contrario serán acusados por Dios y por su consciencia.
Les deseo un día muy bendecido.