Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:26-27 RVR1960
Queridos amigos, en el mundo se maneja el concepto que en la vida lo que hay que preservar con especial énfasis es la familia.
Se dice que es el sostén del cual podrás agarrarte en todo momento, siempre podrás recurrir a tus familiares cercanos para cobijo y consuelo.
¿Cómo sería entonces esta demanda de Jesucristo de aborrecer a quienes más debería amar?
Aborrecer es una palabra muy fuerte, que significa detestar enormemente a alguien.
Jesucristo está en contra de odiar a las personas y Él no se contradice, por lo tanto no se puede tomar el texto de manera literal y más bien debe interpretarse como amar menos.
Ningún amor de este mundo puede interponerse o superponerse a nuestro amor por Cristo Jesús. La devoción por Jesucristo que el creyente debe tener, debe ser tan grande como su desapego por lo que más quiere, incluyendo su vida misma.
Así como el reo de los romanos no se podía negar a cargar su cruz en la cual sería sacrificado, el creyente debe estar dispuesto a llevar la carga de ser cristiano con abnegación y sumisión total a Cristo, es decir estar firmemente dispuesto a obedecer los mandamientos negándose a sí mismo, y también debe saber que tarde o temprano se darán sufrimientos y hasta persecución.
Si el esfuerzo que Cristo demanda es tan grande, además de aborrecer a los seres queridos es necesario cargar la propia cruz, entonces es conveniente evaluar el entusiasmo con el que muchos desean seguirle.
El seguir a Cristo exige desechar toda superficialidad y concentrarse en lo profundo. Quien piense que mantenerse flotando en la superficie sin adentrarse en lo profundo es suficiente, debe arrepentirse y convertirse. Ese es el grave problema en muchas congregaciones con los cristianos de domingo que siguen a Jesucristo distantes de todo compromiso real con Él. Son pocos los verdaderos discípulos.
Que Dios les bendiga con su gracia.