Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Romanos 14:14 RVR1960
Queridos amigos, le expuse mi duda sobre comer morcilla (sangre) a un respetado maestro (pastor) de la Iglesia, quien inmediatamente esgrimió el pasaje del libro de los Hechos donde se leen las resoluciones del primer concilio de Jerusalén, entre las cuales está la prohibición de comer sangre (Hechos 15).
Ante su firme defensa pensé: “por poco me persuades…”, cómo le dijo Agripa a Pablo. Mi pacífica respuesta fue que podía aceptar su postura y dejar de comer la rica morcilla. Sin embargo, preferí adentrarme en las Escrituras, porque no estaba convencido.
Lo que más dudas me causaba, era la afirmación de Hechos 15:28, que mencionaba que al mismísimo Espíritu Santo y a ellos les pareció bien que se abstuviesen de sangre, fornicación, lo sacrificado a los ídolos y carne de animales estrangulados. Trataron al Espíritu Santo con “osadía”, como a uno de los suyos, como si fuera un compañero (comentario extra).
Contamos con el valioso testimonio de Pablo, quien no dudó en circuncidar a Timoteo únicamente para evitar fricciones con los judíos, a quienes tenían como objetivo de evangelización. De igual manera, el concilio decidió ejercer la prohibición para prevenir tensiones y conflictos entre creyentes judíos y gentiles. La carta del concilio no fue dirigida a todas las congregaciones de gentiles, sólo a Antioquía, Siria y Cilicia, donde había buena cantidad de judíos cristianos.
Por lo expresado podemos entender que el objetivo del concilio era cuidar de caer a los hermanos judíos. Por supuesto, que el Espíritu Santo estaba completamente de acuerdo en dicho aspecto, pero no juzga al que come sangre.
Jesús fue explícito al decir que “lo que entra por la boca no es lo que contamina al hombre” (Mateo 15:11), entonces se entiende que ningún alimento contamina al hombre en términos de su relación con Dios dentro del nuevo pacto.
No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come (Romanos 14:20). Este versículo es en sumo esclarecedor, pues por un lado afirma que se puede comer de todo, pero si la comida, dígase morcilla, representa tropiezo para alguien, entonces hay que evitar comerla.
Coman de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia, porque «del Señor es la tierra y todo cuanto hay en ella». Si algún incrédulo los invita a comer, y ustedes aceptan la invitación, coman de todo lo que les sirvan sin preguntar nada por motivos de conciencia. Ahora bien, si alguien les dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio a los ídolos», entonces no lo coman, por consideración al que se lo mencionó, y por motivos de conciencia. Me refiero a la conciencia del otro, no a la de ustedes. ¿Por qué se ha de juzgar mi libertad de acuerdo con la conciencia ajena? Si con gratitud participo de la comida, ¿me van a condenar por comer algo por lo cual doy gracias a Dios? En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles ni a la iglesia de Dios (1 Corintios 10:25-32)
Observamos con claridad que no hay alimentos creados por Dios que no se deban consumir. Como bien dice el apóstol: Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres (Romanos 14:2). Si el hermano solo come legumbres no hay que forzarlo a comer otra cosa, y si se comparte con él, se comerá con él solo legumbres.
Finalmente llegamos al ámbito de las falsas doctrinas, que también tienen sus prohibiciones. Pablo escribió: prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias (1 Timoteo 4:3-4).
Buen apetito, queridos amigos, ya sea que coman de todo o no…
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.