y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. 2 Tesalonicenses 3:2 RVR1960
Queridos amigos, el creyente genuino debe admitir con dolor, que la fe no es cosa de todos, pues no todos llegan a creer en Jesucristo como su Señor y salvador.
Lamentablemente, muchos son los llamados y pocos los escogidos (Mateo 22:14). La condición caída del hombre natural le impide acercarse a Dios; el apóstol Pablo afirma que nadie busca a Dios (Romanos 3:11) y la explicación para dicha condición está en el dominio del pecado que tiene esclavizado al hombre natural.
Lo más duro es que no se trata de una esclavitud de la que el hombre anhele ser liberado, porque su conciencia está cauterizada por el pecado. La conciencia es el conocimiento moral que Dios da a cada persona, una conciencia cauterizada no quiere saber que está obrando mal, acompaña a una mente reprobada, que se convence de que lo malo que hace está bien.
La cauterización da lugar a una pérdida de sensibilidad moral, lo cual conduce a una significativa disminución de los efectos del remordimiento. La esclavitud del pecado conduce a una insistencia de parte del hombre a hacer lo malo, al punto de no sentir dolor por su pecado.
Si bien el apóstol Pablo se refiere a los enemigos de la predicación del evangelio, este versículo puede aludir a todos los hombres sin Dios. Alguien que persigue a quienes siguen la fe de Jesucristo solo puede ser impío e irracional. No discierne el valor de caminar con Dios, por tanto, se resiste a su Palabra y reacciona con malicia, porque por su condición de pecador la luz de Jesucristo lo encandila de manera molestosa.
El pecador no arrepentido no es consciente de su maldad, y como resultado, se sentirá muy agredido, si se lo acusa de ser perverso y malo. Ese también es el efecto de una conciencia cauterizada o de un entendimiento entenebrecido. Solo Dios abre los sentidos espirituales y da oídos para escuchar y ojos para ver primero la propia maldad.
Muchos afirman que el hombre posee el libre albedrío para decidirse a favor de Dios, y que dicho libre albedrío representa una tremenda responsabilidad, pues también puede decidir negarse a responder al llamado. Lamentablemente, nadie busca a Dios, el corazón humano se resiste a Dios por naturaleza, entonces el libre albedrío no sirve para decidirse a favor de Dios. Solo Dios escoge y llama.
Los poderes espirituales se encuentran en dura batalla, la cual se desarrolla también en el campo de la vida cotidiana. La principal defensa para ser librados de hombres perversos y malos es la oración. La oración es un instrumento de protección del mal, que además fortalece a quienes la realizan, pero también es necesario vestirse de toda la armadura de Dios (Efesios 6:10-19).
La confianza tiene que estar puesta en Dios, se puede confiar en los hombres, pero sin confiar primero en Dios, no tiene sentido confiar en el hombre. El grave error del hombre es depositar su confianza en los objetos equivocados, pues lo conducen a vivir en la miseria del pecado.
Sin la obra de gracia de Dios no puede haber verdadera fe en Jesucristo, y si por la misericordia de Dios se tiene esa fe, que muchos no tienen, debemos orar en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu Santo (Efesios 6:18) para ser capacitados a fin de poder obedecer sus mandamientos y para que el Espíritu dirija nuestros corazones al amor de Dios.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.