Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.” Hechos 5:29 RVR1960
Queridos amigos, si en el mundo en que vivimos se podría cumplir lo expresado por Pedro y los apóstoles, tengamos por seguro que sería el mundo con el que el hombre natural viene soñando desde el inicio de la humanidad.
Ante una solución, digamos, tan simple como la de obedecer primero a Dios y después a los hombres, se enfrenta la terrible condición caída del hombre, bajo la cual nadie quiere obedecer a Dios, menos como primera cosa.
En este mundo donde cada vez más lo bueno es malo y lo malo es bueno (Isaías 5:20), obedecer a Dios se ve como algo obsoleto, para no decir ridículo. La sabiduría del hombre natural se sobrepone a la sabiduría de Dios y la liberalidad, para no decir libertinaje, no cesa de expandirse en los corazones.
Para muchos lo expresado de que nadie quiere obedecer a Dios puede sonar demasiado radical. Veamos dos ejemplos históricos de la Biblia, el diluvio universal donde murieron todos con la excepción de Noé, su esposa, sus tres hijos y sus esposas, y la destrucción de Sodoma y Gomorra, donde también murieron todos exceptuando Lot y su familia.
En el caso de Sodoma y Gomorra Dios les dijo que no destruiría la ciudad si encontraban diez justos, es decir apenas diez personas que vivieran siguiendo su Palabra. Se dio la destrucción porque no había nadie que obedeciera a Jehová.
La condición caída del hombre natural no es diferente en estos tiempos, además debemos recordar que hasta el mayor seguidor de la moralidad, si no tiene a Jesucristo en su corazón, quizás le obedecerá hasta el límite de su condición moral, pero no le pondrá en primer lugar.
Noé y Lot fueron bendecidos con la misericordia de Dios, caso contrario ellos también hubieran perecido y con Noé la humanidad entera. La buena noticia es que nadie quiere obedecer a Dios hasta que Dios mismo interviene y bendice con su misericordia y gracia a quienes creen en Jesucristo como su Señor y salvador.
Para anhelar poner primero a Dios es preciso haber pasado por el proceso de conversión espiritual, haber nacido de nuevo.
De haber tenido una relación íntima con el pecado se pasa a vivir alejado de él a través del cambio radical que el Espíritu Santo genera en el pecador, dándole convencimiento de pecado y permitiendo que haya arrepentimiento genuino en él.
Dios se convierte en la primera prioridad en el corazón del pecador regenerado. Si bien el nacido de nuevo no deja de pecar del todo, sabe que hay que obedecer a Dios primero y se esfuerza por ser obediente.
Todo esto se da como consecuencia del acto de amor de Jesucristo, el convertido al saberse amado, no duda en amar a su Señor, por tanto, su obediencia no es forzada, sino más bien libre y con gozo.
Finalmente está la obediencia a los hombres, que en la medida en que no contradiga la voluntad de Dios se debe tener (Romanos 13:1-7). Pedro y los apóstoles no aceptaron obedecer las órdenes del concilio y prefirieron seguir a Dios, motivo por el cual fueron azotados. No protestaron por tal ultraje, más bien estaban gozosos por haber sido obedientes.
Poner primero a Dios lleva con seguridad a desprecios y malos tratos. Gracias al Señor, en estos tiempos y latitudes ya no se azota a nadie por seguir a Jesucristo, sin embargo, el cristiano genuino puede sufrir persecución si se ciñe al pie de la letra al cumplimiento de la voluntad de Dios.
Les deseo un día muy bendecido.