De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.” Juan 5:25 RVR1960
Queridos amigos, dentro de nuestra cultura la muerte es una de las cosas que menos se desea, se trata del fin de la vida y por tanto, de una separación definitiva de los vivos, del mundo y de sus placeres.
Quitarle la vida a un delincuente es visto como el castigo penal más grande posible que un ser humano puede recibir en este mundo.
La muerte es un enemigo al que casi todos temen y por tanto, tratan de vencer. Cuando toca de cerca, muchas veces el doliente se niega a aceptarla y en el caso de los jóvenes parece que nunca llegará.
La explicación del por qué el humano se resiste a morir la podemos encontrar en Eclesiastés 3:11, donde se menciona que Dios ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que alcance a entender la obra que Dios ha hecho desde el principio.
Muchos hombres desde los inicios de los tiempos vivieron ocupados en la búsqueda de la inmortalidad y en estos tiempos se continúa con el sueño. El elixir de la vida o la fuente de la eterna juventud en el pasado y métodos criogénicos o el alargamiento de los extremos de los cromosomas en la actualidad son ejemplos de esta quimera.
Por una parte está el sufrimiento en este mundo y personas que hubieran querido no nacer y por otra están aquellos que darían cualquier cosa por alargar su vida. Lo penoso es que en ambos casos se tratan de posiciones terrenales de corta visión.
El hombre natural, a través de la así llamada ciencia, vive mirando por un prisma que le da una visión obtusa, porque está centrado en prolongar sus días y por eso trabaja con ahínco en no solo remitir el sufrimiento, sino también en formas que le lleven a alargar la vida, pero hasta ahora no ha podido impedir que la gente continúe terminando en el cementerio.
Queda la pregunta si existe la posibilidad para alguien de vencer a la muerte. La respuesta es “sí”, pues la muerte ya ha sido vencida para siempre por nuestro Señor Jesucristo. Su muerte de cruz como muerte sustituta permite que los que están muertos en delitos y pecados (Efesios 2:1) y que creen en Él como Señor y salvador, puedan nacer a vida nueva (Juan 3:3, 7).
Jesucristo expresó de manera clara el estado espiritual del hombre natural en Lucas 9:60, diciendo que todos los vivos físicamente que no le tienen como Señor y salvador están muertos espiritualmente.
Los muertos espirituales que oyen la voz de Jesucristo son aquellos que son llevados a vida, y no cualquier vida, sino vida nueva y eterna. No solo se trata de oír, también hay que seguirLe.
Para nacer se tienen que cumplir la circunstancia de no haber existido previamente, el primer nacimiento por el que todos pasan es el nacimiento de mujer. El segundo nacimiento no es para todos, es un nacimiento particular generado por el Espíritu Santo sobre el espíritu no regenerado del hombre, y solamente aquellos que han oído el Evangelio y son bendecidos con la gracia y misericordia de Dios pueden tenerlo.
No todos nacerán de nuevo, ya sea porque según una tendencia teológica muchos jamás querrán aceptar a Jesucristo o según otra postura solo los escogidos por Dios son los que nacerán de nuevo. Indiferente a la forma de cómo esto suceda, no todos nacerán de nuevo, por eso que en la Palabra dice de manera condicional “los que oyeren la voz de Cristo Jesús vivirán”.
Las palabras de Jesús también abarcan los tiempos escatológicos de su segunda venida, tiempo en el cual todos los muertos en Cristo resucitarán para vida eterna.
Es preciso entender que sin Cristo en nuestras vidas ya estamos muertos, así como también ya estamos condenados (Juan 3:18) por no creer en Él. Tengamos muy en claro que nadie más puede dar vida para siempre, ni la ciencia ni otras opciones religiosas, solo el Señor Jesucristo.
Les deseo un día muy bendecido.