Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? Malaquías 3:14 RVR1960
Queridos amigos, hace poco pude nuevamente comprobar cuánto daño genera la suma de ignorancia y arrogancia en el hombre natural.
Personas que son consideradas, y que también se auto consideran, estudiadas, profesionales, cultas y con bagaje porque tuvieron la oportunidad de conocer el mundo, no tienen ojos para ver su ignorancia ante la verdad de Dios y adicionalmente son arrogantes cuando sus opiniones se confrontan con dicha verdad.
Son determinantes cuando hablan sobre lo que ellos creen que Dios obrará y el futuro “espiritual” que les espera, pues están convencidos de que Él está con ellos. Lo que ni siquiera intuyen, principalmente por su arrogancia, es que un dios imaginario es quien en verdad los acompaña.
Una señal clara de su condición de impíos es observar cómo eluden cumplir la ley de Dios cuando no les conviene, y con suma arrogancia manifiestan con sus acciones que no entienden para qué sirve cumplir la ley.
No lo expresan abiertamente, pero estoy seguro de que en su corazones se hacen la pregunta retórica: ¿cuál será el provecho de cumplir la ley?, porque en muchos casos saltarla es más práctico y de mayor beneficio. Y ahí aparece su dios imaginario que se amolda a lo que les conviene, un dios bueno, flexible y amoroso, que todo les permite.
Quienes adoramos al Dios verdadero, sabemos que Él es el único digno de ser adorado, y nos preguntamos ¿qué puedo hacer yo por Él?, ¿qué provecho podría salir a favor de Dios a través de mis acciones? Sabemos que Él no nos necesita ni nada de este mundo le es necesario, sin embargo, los creyentes verdaderos como hijos nos debemos a nuestro Padre celestial y a su Hijo Jesucristo.
Aquel que quiere que un dios flexible cumpla con sus deseos, como si se tratara del genio de la lámpara, sin darse cuenta ejerce una muy sutil idolatría, que solo puede ser reconocida por el observador externo entendido. Descubrir otro tipo de idolatría, como la adoración de dioses paganos o el excesivo amor a cualquier cosa que desvíe la mirada en Dios es fácil, pues incluso los impíos son capaces de hacerlo.
Otro aspecto que diferencia a los píos de los impíos es que los primeros no se afligen gran cosa ante su pecado, pues en muchos casos se arrepienten de no haber hecho lo malo. No vale la pena traer ejemplos, puesto que es suficiente con analizar el famoso dicho “nadie te quita lo bailado”, que muchos esgrimen con orgullo.
“Si viviste tu vida a tu manera y disfrutaste de ella, ya te puedes morir tranquilo”, es la filosofía general del mundo. No dice no hagas algo porque te puedes arrepentir, sino no dejes de hacerlo para no arrepentirte. ¡Cuánta contradicción!
La soberanía de Dios permite que los soberbios parezcan bienaventurados, y aquellos que viven haciendo maldad sean prosperados (Malaquías 3:15). La paciencia de Dios es un misterio, porque los pecadores viven agrediendo a Dios con su pecado y pareciera que Él no se inmuta.
La arrogancia se acompaña del orgullo, y sumada la ignorancia el resultado es la calamidad, pues la desolación perpetua recaerá sobre quienes dicen conocer a Dios y continúan haciendo maldad.
Dios cuidará que los que le temen no perezcan juntamente con los incrédulos, pues los declarados santos a través de la muerte sustituta de Jesucristo serán preservados como vasos de misericordia y de honra, en tanto que el resto, que rechaza al Señor, será tratado como vasos de ira y de deshonra.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.
