¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10 RVR1960
Queridos amigos, si los injustos no heredarán el reino de Dios, ¿quiénes serán los herederos?
La respuesta bíblica es clara: los justos serán quienes hereden el reino de Dios. ¿Por qué unos son justos y otros injustos? La respuesta, también bíblica, es sencilla: los convertidos genuinos a Jesucristo son declarados justos por Dios, y todos los otros, que no creen en el Hijo de Dios y no han pasado por conversión y verdadero arrepentimiento son injustos y viven bajo la esclavitud del pecado.
El reino de Dios es un reino de justicia, donde la injusticia no tiene cabida en lo absoluto (Mateo 6:33). Injusticia es todo aquello que va en contra de los mandamientos, preceptos, estatutos y ordenanzas de Dios.
El Padre celestial ama la justicia y aborrece la maldad (Salmos 45:6-7), la maldad se refleja en el pecado, y el pecado se manifiesta en la injusticia, cuya consecuencia es el juicio y el castigo, que tiene como resultado terminar en el lugar antagónico al cielo, porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad (Romanos 1:18).
El listado de pecados que plantea el apóstol Pablo fue válido para los tiempos de la epístola y es muy vigente también para esta época. La naturaleza humana es la misma ahora como hace dos mil años. Pablo no da a entender que un adúltero, homosexual o ladrón, es decir un injusto, esté excluido de manera definitiva del cielo, esa condición de pecado puede cambiar a través de la obra de cruz del Señor Jesucristo.
Si el peor de los pecadores se arrepiente y se convierte, sus pecados serán borrados (Hechos 3:19) y será justificado a través de la muerte sustituta de Cristo, por tanto será declarado justo y heredará el reino de los cielos para vida eterna.
Si el creyente tuviera que mirar en su vida pasada, vería desolación, maldición y mucho dolor por el pecado, quedando corto el listado de pecados de Pablo. Hay cosas que es mejor olvidar, pero si se recuerdan, deben convertirse en una bandera para exponer la incomparable misericordia, la maravillosa gracia y el dulce amor de Dios.
Jesucristo nos sacó del hueco hediondo, para elevarnos a increíble altura donde reina olor agradable para Dios. Es imprescindible vivir en santidad después de ser declarados justos, pues la justificación es inseparable de la santificación. Sin santificación, es decir continuar viviendo la misma vida de antes, da lugar a la altísima probabilidad de que la justicia de Jesucristo no se haya hecho efectiva sobre el pecador.
El llamado es tanto para los impíos como para los que dicen ser cristianos y persisten en prácticas de pecado sin arrepentimiento, si no revierten su modo de vivir no tendrán morada en el reino de los cielos.
La enfática recomendación para los creyentes verdaderos dentro de una sociedad permisiva como la nuestra es no pasar por alto las conductas inmorales. No se puede ser selectivo al momento de condenar, el pecado debe llamarse por su nombre. Pero también es imprescindible perdonar.
Nadie puede vivir en pecado y estar con Jesucristo, viviendo en la carne no se puede pretender también vivir en el espíritu. Si siembras pecado cosecharás ira divina, si caminas por la vía de la justicia y la verdad llegarás al reino de los cielos.
Les deseo un día muy bendecido.