Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Mateo 13:16 RVR1960
Queridos amigos, el aforismo de que no hay peor ciego que el que no quiere ver, se aplica de manera extraordinaria en aquellas personas que rechazan el evangelio.
El nivel de rechazo hacia Jesucristo es muy superior al que existe por Mahoma, Buda o por cualquier otro dios inventado, deidades que el mundo suele tolerar con cierta benevolencia.
La ceguera espiritual no permite que el hombre natural discierna entre la existencia real de Cristo Jesús, el Dios viviente, y la inexistencia de cualquier otro dios. Esta ceguera lo conduce a seguir la creencia que más satisface sus afectos.
Incluso muchos que se declaran seguidores de Cristo siguen a un Jesús de sus afectos, un dios hecho a su medida, pues buscan que satisfaga más que nada sus necesidades terrenales, sin tener idea o pasando por alto de que el verdadero Dios bendice principalmente con bendiciones espirituales y no necesariamente satisface necesidades físicas.
No está mal creer en la bondad y misericordia de Dios, pero afirmar que Dios va a querer hacer algo bueno y positivo, como es la tónica de muchas personas, que en su afán de consolación aseveran que no puede ser de otra manera. Su ignorancia o su extrema convicción hace que sobrepasen la soberanía de Dios.
La Biblia nos enseña que todo lo que recibimos aquellos que amamos a Dios, sea bueno o malo a nuestros ojos, siempre ayuda para bien (Romanos 8:28). Si es bueno será motivo de gozo y de alabanza, y si es malo será para crecimiento espiritual, quizás motivo de mayor regocijo y alabanza para el creyente genuino. Debemos estar agradecidos por las pruebas.
Tenemos un gran ejemplo en la muerte de cruz del Hijo de Dios, hacer la voluntad soberana del Padre parecía locura, Pedro no dudó en desahuciar la idea. ¿Qué sería de nosotros si hubiera escuchado a Pedro? ¿Dónde estaríamos si el Padre hubiese decidido dejado pasar el trago amargo que Jesús en su dolor pidió no beber? Hacer su soberana voluntad es siempre lo mejor.
En tanto, aquellos que tienen un dios a medida suelen terminar enojándose con él, porque no da lugar a sus listas de peticiones, ¿cómo lo haría? Terminan haciendo pucheros como niños mimados, y se olvidan, hasta que les llega la siguiente necesidad.
¿Cómo puede uno enojarse con un ser supremo, soberano, perfecto, que lo sabe y puede todo? Es ridículo, sin embargo, conozco a varios cristianos simpatizantes, que manifestaron haber estado enojados con Dios. Creo firmemente que todavía no nacieron de nuevo.
La Biblia nos enseña que Dios da y quita vidas, tiene misericordia de quien Él quiere tener misericordia, envía ejércitos de impíos a destruir naciones pecadoras en acto de justicia y bendice con su gracia de acuerdo a sus decisiones soberanas, que siempre son buenas, perfectas y santas.
Hay muchos que no creen que se trate del mismo Dios bondadoso y amoroso en el que quieren creer y por eso rechazan diferentes pasajes del Antiguo Testamento, desechando la Palabra de Dios. Para aceptar de buena gana la soberanía de Dios y también para entenderla, lo que podamos comprender de ella, es imperativo contar con ojos y oídos bienaventurados que pueden ver y oír las realidades espirituales.
Sin haber sido convertido por el Espíritu Santo en hombre espiritual los sentidos espirituales se mantienen cerrados, solo se perciben cuestiones físicas y la vida está centrada en lo carnal y mundano.
Oremos para poder evangelizar con denuedo, oremos para que nuestro Dios soberano tenga misericordia de las almas de aquellos por quienes pedimos. Oremos para que muchos se sumen a la bienaventuranza.
Como Padre omnisciente, Él sabe de nuestras necesidades, y el Espíritu Santo se ocupa de pedir en nuestro nombre con gritos indecibles, entonces, ¿para qué pedir? El Señor quiere ver nuestra fe, devoción y entrega para con Él, oremos primero para exaltarlo y después para pedir. Alabado seas Padre por haber abierto nuestros ojos.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.