¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado. Santiago 4:13-17 RVR1960
Queridos amigos, si no es por nuestro propio empuje el impulso del mundo de todas maneras nos acelera.
Cada vez más nos vemos impelidos por la cultura a planificar nuestras acciones.
Es evidente que muchas de las cosas salen como previsto y eso nos hace pensar que podemos vaticinar qué es lo que haremos, Santiago expresa esa idiosincracia como jactancia.
Es completamente cierto, muchos nos vanagloriamos de saber planear muy bien y cuando algo falla decimos que no somos perfectos o lo atribuimos a la mala suerte, si eso no es jactancia ¿qué es?
Santiago nos amonesta y nos recuerda lo que es en verdad nuestra vida, especialmente si la estamos viviendo sin Dios.
Nos dice que somos como neblina, nuestro transcurrir por este mundo es efímero y peor sin Dios en nuestros corazones porque entonces es intrascendente.
Desnuda nuestra realidad y nos pone en una posición de irrelevante pequeñez, lo cual además es definitivamente verdadero.
Todo ello para que nos demos cuenta de la falta de humildad que tenemos cuando realizamos nuestros maravillosos planes.
Es por eso que en todo lo que pensemos, soñemos y planifiquemos, debemos primero ponerlo en las manos de Dios, tomándolo en cuenta a Él en nuestros planes, porque de Él dependen todas las cosas, incluido nuestro futuro eterno.
De ninguna manera está mal planificar, siempre y cuando nuestra confianza esté puesta en el Altísimo.
El creyente siempre debe decir de corazón «si Dios quiere…».
Quiera Dios que su día sea muy bendecido.