El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36 RVR1960
Queridos amigos, los tiempos verbales utilizados en las sagradas escrituras son determinantes para la buena interpretación.
En la primera parte del versículo «el que cree en el Hijo tiene vida eterna», el verbo creer está en tiempo presente y de la misma manera el verbo tener está en tiempo presente, por lo tanto podemos concluir que quien cree ahora en este mismo momento, ya tiene vida eterna. La promesa es clara no tendrá, sino que ya tiene vida eterna a partir del mismísimo momento en que comienza a creer.
El creer llega por el oír el Evangelio y a través del don de fe que Dios otorga en su divina soberanía. La fe permite que la cruz de Cristo Jesús se haga efectiva en nuestras vidas y de esa manera podemos ser justificados de pecado. Él cargó con todos nuestros pecados al morir en la cruz en muerte sustituta.
La buenísima noticia es que si hemos sido bendecidos con la fe de Dios nunca dejaremos de creer, de ahí que podemos decir con toda libertad que ya tenemos vida eterna y que nunca más la perderemos, porque es por sola fe y no por obras.
En la segunda parte «pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida», el verbo rehusar también está en tiempo presente, sin embargo el verbo ver se encuentra en tiempo futuro.
Podemos concluir que quien se rehusa a creer en Jesucristo no solo se refiere a un momento determinado sino a una constante en su vida, cada mañana abre los ojos y se rehusa a creer, por lo tanto nunca tendrá la oportunidad de ver la cara de Dios. Se expresa en futuro porque está relacionado a su condición futura en el infierno.
Finalmente en la tercera parte «sino que la ira de Dios está sobre él», es notable cómo el tiempo verbal se pone en tiempo presente, no dice que cuando sea echado en el lago de fuego y azufre también la ira de Dios estará sobre él, sino que la ira de Dios ya está sobre él a partir de que él rechaza a Jesucristo.
Triste pero cierto, todos rechazamos a Dios hasta que Él obra sobre nosotros otorgándonos el don de gracia. Es a partir de ese momento que podemos estar en paz con Dios y dejamos de ser pasibles de su juicio y castigo.
Concluimos entonces que si no estamos en paz con Dios nos encontramos en estado de guerra, que es lo contrario de paz. Al estar en contra de Dios nos hacemos merecedores de su ira y todas sus consecuencias.
Entonces resulta urgente reconciliarse con Dios, eso es posible solo a través de la obra de Cristo en la cruz y el poder del Evangelio obrando sobre nuestras vidas.
¿Ahora nos damos cuenta de la importancia de no solo leer, sino escudriñar las Sagradas Escrituras?
Tengan un día muy bendecido y que el Señor les acompañe.