De la misma manera, hay alegría en presencia de los ángeles de Dios cuando un solo pecador se arrepiente». Lucas 15:10 NTV
Queridos amigos, el arrepentimiento cristiano poco tiene que ver con el concepto de arrepentimiento del mundo. En el mundo se lo define como el pesar que las personas sienten por haber hecho, dicho, pensado o dejado de hacer o de decir. Quien se arrepiente cambia de opinión, pero eso no garantiza que volverá a obrar de similar manera o que el cambio sea siempre a favor del bien.
Se suele relacionar el arrepentimiento con actos moralmente malos de los cuales arrepentirse es bueno. Sin embargo, es común oír de la gente sobre su poca predisposición al arrepentimiento, alegando que el mal que le hicieron a otro era merecido, por tanto, no había nada de qué arrepentirse.
Vemos que cuando el arrepentimiento se lleva a cabo, se trata de un acto moral de las personas, donde voluntariamente asumen la responsabilidad de sus actos y se comprometen a no volver a perpetrarlos. Es un ideal que funciona en muchos casos, pero no siempre.
La voluntad del hombre está dominada por el pecado, pues por definición el hombre natural al ser un ser caído es esclavo del pecado (Juan 8:34, Romanos 6:16). Eso no significa que no puede realizar cosas buenas como pedir perdón o reparar la falta por haberse arrepentido, sin embargo es imposible, que viva una vida de justicia y verdad, si se mantiene bajo el dominio del pecado.
Para ser liberado de la opresión del pecado es imprescindible el poder de Dios. La Biblia enseña que el hombre natural está muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1) y Dios en una decisión soberana decide traer a sus escogidos a vida nueva. Es a través del nuevo nacimiento que el hombre recién puede iniciar una relación con el Dios de luz, verdad y justicia.
Dios mismo le regala al nuevo nacido de nuevo el don de la fe para que pueda creer en Jesucristo como su Señor y salvador. El nuevo convertido a la fe cristiana desea emular y seguir a su Señor, pero sin el poder del Espíritu Santo dándole convencimiento (convicción) de pecado, nunca podría entender la dimensión de su pecado ni el efecto que tuvo y tiene para su vida.
Tomar verdadera conciencia de los pecados es imposible cuando se está ciego bajo el dominio del pecado, pero a partir de que los sentidos espirituales le son abiertos al pecador por haber nacido a nueva vida espiritual, le es posible ver el mal en su vida.
Entonces procede el verdadero arrepentimiento. Se trata de un cambio radical de mente y de forma de vida en comparación con el pasado. El arrepentimiento genuino conlleva un cambio de la forma de pensar, de la disposición del corazón, y un cambio de conducta y de actitud respecto de lo que Dios quiere.
Para el hombre natural muchos de los preceptos de Dios son inaceptables por lo exagerados, pero el hombre espiritual al tener nuevos ojos y oídos puede darse cuenta de que son justos sin lugar a discusión. Se trata de un milagro de Dios sobre el hombre.
El hombre natural está apartado de Dios y está camino a la ruina segura. Lo triste es que por naturaleza encuentra mil y una excusas para no acercarse a Dios. Necesita ser encaminado al redil, adonde no quiere ingresar por voluntad propia. Ahí es donde es necesario el poder de Dios.
Dios busca y llama a los hombres, y cuando están con Él es motivo de júbilo en el cielo. Muchos afirman que uno se decide a favor de Dios, si así fuera, la voluntad del verdadero arrepentimiento también estaría en manos del pecador.
Pero al final de cuentas no importa tanto cómo se llegue al arrepentimiento genuino, lo importante es ver el cambio en la persona a favor de Dios a través de una vida que persevera por alejarse del pecado.
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.