Y Samuel dijo al pueblo: No temáis; aunque vosotros habéis hecho todo este mal, no os apartéis de seguir al SEÑOR, sino servid al SEÑOR con todo vuestro corazón. 1 Samuel 12:20 LBLA
Queridos amigos, en este contexto lo primero que se me viene a la mente es alabar a Dios y decir “Dios es bueno, cuán bueno es Él”.
A pesar de todo el mal que hacemos los humanos, Él nos manda a decir “no teman, aún no es tarde para que se vuelvan a mi y me sirvan”.
El pueblo de Israel, a diferencia de cualquier otro pueblo, considerando los portentos que el Señor había hecho a favor de ellos, estaba obligado a servirle por gratitud; y si no fuera por eso, por lo menos por interés personal, tomando en cuenta que estaban advertidos de lo que iría a suceder, si continuaban haciendo tanto mal.
De similar manera debemos comportarnos los creyentes redimidos por la cruz del calvario, con la diferencia de que pertenecemos al pueblo de Dios, que es la iglesia de Jesucristo, y que hemos sido beneficiados con algo mucho mejor que lo que Dios hizo por los hebreos del Antiguo Testamento. La muerte sacrificial del Señor Jesús es la mayor bendición para los que en Él creen.
Los convertidos verdaderos tienen el deber de servir a su Señor, pero más que el deber, en lo profundo de su corazón anhelan servirle motivados por el amor. La gran obra de redención de Jesucristo hace que no nos falten motivos ni aliento como para no desear voluntariamente servirle.
Muchos de nosotros tenemos que recibir un buen sacudón para darnos cuenta de que es tiempo de enderezarnos. Algo parecido sucedió con los israelitas, Dios les envió una severa advertencia a través de una peligrosa tormenta eléctrica en tiempo seco, de cosecha. Recién empezaron a tomarlo en serio.
El susto se convirtió en pavor, por eso Samuel les dijo “no teman”. Habían tomado tan a pecho su maldad, que llegaron a pensar que serían destruidos. Pero Dios es misericordioso, no estaban dando en el blanco (no dar en el blanco equivale a pecar) y se estaban desviando del camino, pero aún así el amor de Dios no los había abandonado.
Recuerdo que en mis tiempos de ateo me encontré orando a Dios mientras pasaba por una situación extrema. Por lo visto, incluso quienes niegan la existencia de Dios llegan a invocarlo en su desesperación. Y así será en el día del juicio final, muchos que no quieren a Cristo reinando sobre ellos, lo invocarán para que interceda por ellos, pero será demasiado tarde.
El pueblo asustado y arrepentido reconoció a Samuel como el enviado de Dios, y le pidió que orara a su favor. El amor por el prójimo que tienen las personas que caminan con Dios se refleja en su alto sentido de servicio. Samuel oró por ellos, pero hizo más, les prometió enseñarles y les dio una buena advertencia a fin de librarles el alma.
Si confiamos en los poderes terrenales más que en Dios, estamos haciendo un dios de ellos. Antes que confiar en el hombre hay que confiar en Dios. Sin lugar a dudas existen hombres ejemplares según el mundo y son buenos mientras estén en el lugar que les corresponde, pero cuando se quiere reemplazarlos por Dios, todo se convierte en vanidad.
El pueblo de Israel pidió un rey, estaba confiando más en un hombre, que en Dios. De igual manera la gente se deja llevar por un determinado candidato en tiempo de elecciones, pensando que podría ser la solución a sus problemas, siendo que la única y verdadera solución es Cristo Jesús.
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.