Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, Hechos 3:19 RVR1960
Queridos amigos, en alguna ocasión de mi vida realicé una suerte de promesa, para posteriormente retractarme, indicando que uno puede cambiar de parecer en el tiempo y que en todo caso me arrepentía de haber manifestado algún tipo de acuerdo, aduciendo tener derecho de arrepentirme.
Ahora que soy cristiano, considero que un comportamiento como el que tuve, es completamente equivocado, porque no se puede decir cosas a la ligera, sin estar seguro de poder cumplirlas o de mantenerlas en el tiempo.
Lo que acabo de describir es un tipo de arrepentimiento, se trata de retroceder ante algo que de inicio se veía de una forma convincente o atractiva y posteriormente se ve de otra.
El arrepentimiento cristiano es en cierta forma de esa manera.
Uno ve la vida de una forma y quiere vivirla del mismo modo, el mundo jala y atrae y nuestra carne es presa fácil de lo que el mundo tiene para ofrecer, por ejemplo todo lo que está de moda, además de no tener el más mínimo inconveniente en seguir con ligereza el pensamiento alejado de la verdad que dicta el mundo.
Dos ejemplos, pocos son los jóvenes que no se dejan arrastrar por lo que los otros hacen, es prácticamente normal fumar, un pecado que casi nadie lo ve como tal.
Por otro lado, está muy de moda el tener relaciones sexuales extra matrimoniales, la fornicación en parejas que conviven fuera del matrimonio es un pecado visto como completamente normal.
Una parte de todo eso que vemos y hacemos con tanta naturalidad y especial desenvolvimiento resulta contrario a la voluntad de Dios. El problema es primero admitir que no está bien y después verificar con dolor que eso es lo que precisamente hacemos, hablamos o pensamos.
Para que un cambio tan radical se suscite es imperativo que Dios participe activamente, caso contrario, jamás estaremos en condiciones de mostrar un arrepentimiento tal como el que se necesita para ser un genuino seguidor de Cristo.
La única forma es a través del Espíritu Santo, obrando en la regeneración de nuestro espíritu, que, según la Palabra, está muerto en delitos y pecados. No cabe duda, es duro descubrir que no tenemos la más mínima oportunidad de tener vida espiritual sin la intervención específica del Espíritu y que quienes dicen tener vida espiritual no la comparten precisamente con el Dios de la Biblia.
Sin la regeneración del espíritu es imposible tener una relación con Dios. La bendición para el nacido de nuevo, así se describe al que fue regenerado en espíritu, es que el Espíritu Santo mora en él para hacerle crecer espiritualmente, comenzando por convencerle de pecado y mostrarle todo lo que es transgresión.
En mi testimonio personal pasé por un proceso durante un tiempo, recordando todo lo malo que había hecho en diferentes momentos de mi vida. Fue como ver una película de terror de mi vida pasada, donde me la pasaba recordando mi pecado y pidiendo perdón a Dios sin cesar.
El arrepentimiento es reconocer el pecado cometido y pedir perdón a Dios, pero no queda ahí, porque conlleva un cambio muy profundo en el ser del nacido de nuevo, se trata de un giro radical en su actitud de vida, con visos de ser definitivo, especialmente cuando la conversión es genuina.
El sacrificio sustituto de Jesucristo es el que permite que los pecados puedan ser perdonados, una vez que Dios ha bendecido con el don de fe al nuevo creyente y éste cree firmemente en Cristo como su Señor y salvador.
Qué tiempos de refrigerio mejores que los que el convertido tiene en la tierra a pesar de toda tribulación. Éstos vienen de la presencia del Señor en su vida, los dones de gozo y paz que recibe de Dios juntamente con todas Sus promesas dan lugar a un tiempo muy especial. Claro que el tiempo de refrigerio definitivo será en el cielo ante la maravillosa presencia de nuestro Dios Padre.
Les deseo un gran día, bendecido por nuestro Señor.