Pues tus testimonios son mis delicias Y mis consejeros. Dálet Salmos 119:24 RVR1960
Queridos amigos, con cierta frecuencia suelo escuchar que las personas se han nutrido de la sabiduría de sus mayores, sean éstos sus padres, tíos o abuelos.
Mencionan haber recibido sabios consejos para la vida en este mundo, a través de los cuales han podido salir adelante de mejor manera.
Lo que no me queda claro es si los mayores basaban sus consejos en los preceptos de Dios o en mera experiencia, dígase sabiduría humana.
En muchos casos los consejos del mundo son efectivos para resolver problemas del mundo, sin embargo, no contemplan los testimonios de Dios ni su sabiduría.
La sabiduría de Dios generalmente va en contra del pensamiento del mundo, entonces lo que es eficaz para el mundo, se convierte en agresión para Dios.
Les pongo un pequeño ejemplo de los muchos que existen: Ayer leía que hay que cuidar a los hijos más que al marido, porque hombres existen muchos y los hijos son únicos.
Suena razonable a los oídos de la gente, pero se trata de una sabiduría del mundo que va totalmente en contra de la visión de Dios.
Para poder discernir entre lo mundano y lo divino es imprescindible conocer la Palabra de Dios.
Entonces sabremos si los consejos recibidos en la tierra son compatibles con los del cielo.
En todo caso es mejor confiar en lo que Dios enseña que en lo que el hombre dice.
Por lo tanto, no es casualidad que el salmista se deleite en los testimonios de Dios y también los tenga por consejeros.
Los testimonios de Dios son su Santa Palabra, sus mandamientos, sus promesas y las maravillas que algunos han visto y que otros sabemos que hizo.
Vivamos nosotros también en el deleite de los testimonios de nuestro gran Creador y que su consejo sea absorbido como el mejor nutriente para nuestra vida en este mundo y en el cielo.
Les deseo un bello día, ojalá acompañado de la lectura de la Palabra.
Que Dios les bendiga.
Dálet: el hombre pobre recibe caridad del hombre rico, dálet significa puerta, es la apertura de la casa.