Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. Zacarías 12:10 RVR1960
Queridos amigos, hago volar mi imaginación y pienso lo maravilloso que sería estar presente en el momento en que nuestro Dios bendiga a sus escogidos derramando gracia sobre ellos.
Anhelo en gran manera que el Señor derrame sobre mi persona espíritu de oración, me parece maravilloso contar con ayuda divina para comunicarme con Él a través de oración bendecida, poder hablarle con total libertad y sin interferencias.
Debo admitir que mi vida de oración se ve coartada por las distracciones del mundo, cuántas veces me he sorprendido a mí mismo pensando en otras cosas durante mi espacio personal de oración.
Entrando en materia, este pasaje se refiere a los judíos que ignoraron y rechazaron al Cristo.
Todos hemos rechazado en algún momento a Jesús. En mi caso específico he vivido gran parte de mi vida rechazándole, no obstante, mi comportamiento atorrante, Dios ha tenido gran misericordia de mí y ha derramado su espíritu de gracia maravillosa sobre mi ser, logrando con su infinito poder que un gran pecador esté escribiendo con deleite sobre sus maravillosas obras.
El dolor que los hijos de David sentirán cuando reconozcan lo equivocados que estaban cuando juzgaron y crucificaron a Jesucristo sin causa alguna y en total injusticia será más fuerte que el que siente un padre después de perder a su único hijo.
Será una aflicción muy dolorosa, me imagino la escena recordando el sufrimiento de Pedro después de haber negado a Jesús. Un doloroso arrepentimiento que purifica el alma y convierte el corazón.
“Benditos los que sean doblegados por tal dolor inmenso, porque se trata de una aflicción para vida eterna.”
Les deseo un bello día, recordando el motivo de la muerte de Jesús en la cruz.