Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu Santo. Hechos 8:17 RVR1960
Queridos amigos, con mucho dolor en el corazón, escribo estas líneas, pues existen muchos traficantes de la fe, que hacen creer a quienes les siguen que son grandes ungidos por Dios.
¿Podrá un pastor moderno compararse con uno de los apóstoles? Considero que la respuesta es absolutamente no, especialmente si es genuinamente convertido y camina a la luz de la sana doctrina.
En el tiempo donde me alimentaba con leche espiritual llegó a mi casa un personaje para una reunión de células, que me dejó impresionado, pues me entregó su tarjeta personal donde resaltaba su título de apóstol. En mi ignorancia pensé que había sido bendecido por una persona de tremenda talla. (el susodicho era chileno y fue buena la talla, en Chile talla significa broma o chiste).
De igual manera me encontré delante de pastores y pastoras (ahora estoy convencido de que no deben haber pastoras, pero ese es otro tema), que me soplaron supuestamente el Espíritu hablando glosolalia (lenguaje ininteligible, con palabras inventadas) y me impusieron las manos como lo hicieron los apóstoles.
Observé que había filas donde personas recibían unos pases mágicos, eran sopladas y luego caían de espaldas empujados por la supuesta fuerza del Espíritu. Yo no he debido tener tanta fe, pues en varias ocasiones que caí de espaldas fue por mi propio impulso, y a pesar de ser así, en mi ignorancia yo pensaba de que se trataban de cosas espirituales.
Viví durante un buen tiempo en el engaño, anhelaba a Dios en mi corazón y por eso caía en las redes de este tipo de religiosos, hasta que el Señor me sacó de dichos círculos para llevarme a conocer la sana doctrina. Durante un tiempo veía con rabia a estos engañadores, pero aprendí que el creyente debe ser ante todo misericordioso, manso y prudente, pensando que ellos también se engañan a sí mismos y son engañados por otros.
Muchos de ellos se comparan con Simón el mago (Hechos 8:9), que ambicionaba tener el mismo honor de un apóstol al imponer las manos, pero no le interesaba la vida de la gente, le era suficiente realizar actos impresionantes para conseguir beneficios.
Nadie puede dar el Espíritu Santo imponiendo sus manos. En la era apostólica Dios había decidido que la gente recibiese al Espíritu Santo de manera dramática mediante la imposición de manos de los apóstoles y sólo para ese momento particular de la historia.
La imposición de manos venía de la tradición judía, se creía que a través de ella se transferían ciertas cualidades de una persona (anciana y de autoridad) a otra. El respeto por los apóstoles era tal, que el simple hecho de sentir el contacto de sus manos sobre la cabeza resultaba gratificante y espiritual. Así es cómo muchos ven a sus pastores, quienes no tienen ningún interés en explicarles que son ellos quienes deben servir a la grey en vez de ser endiosados y servidos.
Por supuesto que si alguno de los grandes hombres de la iglesia (solo son pequeños hombres hechos grandes por Dios) me impusiera las manos y me bendijera, me sentiría halagado, sabiendo que solo se trata de un acto de amor y que no tiene ninguna influencia sobre el actuar del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo entró en mí en el momento de mi conversión, sin que existiese ningún mediador humano de por medio, ni ninguna oración de fe. Muchos argumentarán a favor o en contra, pero la conversión es decisión soberana de Dios y por más, que el hombre se esfuerce, no podrá conseguirla sin que Dios intervenga. Oremos por las almas pérdidas y realicemos nuestros mejores esfuerzos para evangelizar y enseñar a aquellos por quienes oramos.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.