Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2 Corintios 4:3-4 RVR1960
Queridos amigos, es prácticamente imposible imaginar cómo hizo Dios el mundo, a su sola Palabra. Habló y se hizo la luz, la cual superó a las tinieblas y los que tenían ojos pudieron ver la maravilla de la creación en esta tierra.
De una manera similar la muerte de cruz del Señor Jesucristo representa un hito para una nueva creación, a partir de la cual nacen los regenerados en espíritu y son iluminados por la luz del Espíritu Santo, la cual brilla en sus corazones. Es una luz por demás superior a la generada por el brillante sol, que permite ver una verdad maravillosa, sin la cual no se podría disfrutar de las realidades espirituales manifestadas por el Evangelio de Jesucristo.
Satanás, el diablo, el príncipe de este siglo, el príncipe de la potestad del aire, el dios de este mundo, el maligno son todas descripciones del ángel caído que se encuentra en encarnizada guerra contra Dios y quiere destruir todo aquello que venga de Él y también todo lo que pueda generar un acercamiento a Él.
Se describen sus acciones dentro de un marco de oscuridad, él prefiere obrar a la sombra, pues odia la luz. Y por tanto, oscurece las vidas, los corazones y las almas a través de la acción del pecado, encubriendo de esa manera el Evangelio.
Las fuerzas del mal no solo existen sino que también están incesantemente activas, es una realidad que se puede observar a ojos vista, basta con encender el televisor y ver cualquier programa de noticias, sin necesidad de pretender mirar dentro de los corazones. Nadie puede asegurar que está libre de dicho dominio o influencia de maldad, absolutamente nadie.
Desde los tiempos de Adán y Eva el dios de este siglo se ocupa de mantener bajo férrea esclavitud del pecado al hombre natural. Esta esclavitud genera una dramática insensibilidad hacia las cosas de Dios y hacia Dios mismo. La entrega al mal es tal que los esclavos del pecado voluntariamente evitan ver y oír cosas buenas, contrarias a sus pensamientos y afectos, los cuales están rotundamente equivocados, y a pesar de ello, incluso están dispuestos a morir por sus ideales (por ejemplo rechazarán este corto artículo).
Tal es el éxito de las fuerzas del mal sobre sus víctimas que éstas se entregan libremente sin oponer la más mínima resistencia, ignorantes de su esclavitud y sometimiento, de manera tal que ya no pueden escuchar el llamado del Evangelio, por su ceguera rechazan abiertamente la invitación de Dios.
Es triste observar la cantidad de personas, que se encuentran confortablemente entumecidas, para no decir completamente insensibles, a la verdad y a la justicia que vienen del cielo. La ceguera es voluntaria y la maldad en el corazón es heredada desde los primeros padres, de forma tal, que el rechazo del Evangelio es solo una pequeña consecuencia de la miserable vida que tiene el humano lejos de Dios, aunque crea todo lo contrario o cualquier otra cosa.
El entendimiento del hombre natural ha sido cegado para que la luz del Evangelio no pueda resplandecer y pierda su efecto iluminador sobre los millones de almas que la necesitan a gritos. Satanás se esfuerza sobremanera para que la ignorancia impida que los impíos puedan ver efectivamente a Cristo como su Señor y salvador.
El dios de este siglo es un ser tan malvadamente hábil, que permite que muchos crean que creen en Cristo, consiguiendo que vivan en el engaño de la religión y la religiosidad, sin saber que son almas perdidas. Basta mirar los obituarios en los periódicos donde por tradición se pone “que en paz descanse” o “ que de Dios goce” y otras expresiones similares. ¿Cómo podría un impío gozar de Dios, descansar en paz o estar en la gloria de Dios?
Concluimos que los incrédulos viven engañados, porque muchos de ellos viven creyendo ser creyentes y todos están sometidos a tinieblas para no poder ver la luz. Y dicho engaño los lleva a creer que un día estarán con Dios. Pero también existen otros que dicen preferir irse al infierno porque sería más divertido, sin tener las más pálida idea de lo que les espera en verdad.
“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no anden como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.”
Efesios 4:17-19 RVR1960
Les deseo un día muy bendecido.