Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Juan 20:19 RVR1960
Queridos amigos, a mediados de los años 80 tuve la oportunidad de asistir a una reunión de los Cordon Blue en Verona – Italia en compañía de mi querida hermana. Como se podrán imaginar, mi principal objetivo era el de degustar los diferentes platillos exquisitos, que suelen preparar en sus exclusivas reuniones.
No era habitual la presencia de jóvenes, y menos la de un boliviano, por lo que por gentileza algunos de ellos me dieron la oportunidad de presentarme. Les conté sobre mi corto recorrido y manifesté que vivir en Alemania había sido una de las mejores cosas que pudo pasarme en la vida, pues los alemanes no sólo habían sido amables conmigo, sino que me estaban ayudando a formarme profesionalmente.
Me vi sorprendido al observar cómo cambiaba su mirada amable a gesto de desprecio. La mayoría de ellos eran judíos italianos y tenían un especial rencor hacia los germanos, eso lo constataría muy poco después. Habían pasado 40 años desde la finalización de la guerra y mis relaciones en Alemania nada tenían que ver con la guerra, es más, muchos de los jóvenes que llegué a conocer manifestaban vergüenza ajena por el Holocausto.
En mi cándida inocencia me animé a promover un poco más a la nación que me había acogido. No tardaron en salir a la luz comentarios ácidos cargados de enojo. Muy pronto me di cuenta de que había dejado de ser bienvenido, nunca antes había tenido la oportunidad de percibir una tan descomunal carga de odio en el ambiente y tampoco volví a vivir algo ni de cerca similar.
No podía entender cómo se podía odiar tanto, al extremo de haberme sentido en peligro. Pasaron tres décadas y media y se me ocurrió leer un libro sobre el Holocausto, que había llegado a mis manos de manera inesperada. Después de leerlo pude finalmente entender, pero no justificar, el odio en los corazones de los judíos italianos.
Es espeluznante cómo los alemanes nacionalsocialistas planificaron y ejecutaron el exterminio de la raza judía, algo imperdonable para el corazón del hombre natural. Pero los países católicos y ortodoxos (por ejemplo Rumania y Grecia) en muchos casos hicieron de tripas corazón, el mismo Vaticano tuvo una posición extrañamente tolerante, y las naciones aliadas estaban más preocupadas por sus intereses bélicos y políticos, que en intervenir a favor de la salvación de los judíos que estaban siendo sistemáticamente aniquilados. Se observa cómo las naciones protestantes (por ejemplo Noruega, Suecia, Dinamarca) defendieron a los judíos, países en los cuales las deportaciones fueron enérgica y exitosamente combatidas.
En el transcurso de la historia los judíos fueron tratados con crueldad, acusados falsamente y despreciados por ser un pueblo (demasiado) afianzado en sus tradiciones religiosas. Pero no siempre fue así, pues en la época de Jesús eran ellos los perseguidores. Saulo de Tarso un fariseo de pura cepa, quien después sería el apóstol Pablo, fue uno de ellos.
Era una persecución religiosa, que tenía como límite la muerte de los perseguidos. De esa manera Jesús también fue llevado a la cruz. Así como los nazis pensaban que hacían un bien a la humanidad, los fariseos estaban seguros de que le estaban haciendo un favor a Dios.
Es notable cómo la dureza del corazón impío, sin importar si se trata de judíos o gentiles, puede llevar a extremos tan poco comprensibles para los que miran desde afuera. Los creyentes genuinos sabemos de las consecuencias de un corazón duro y en tinieblas, y no nos sorprenden las atrocidades a las que pueden llegar los pecadores no arrepentidos.
Jesús en la cruz clamó al Dios Padre pidiéndole que perdone a sus verdugos (fariseos, saduceos, escribas y el pueblo azuzado por ellos), pues no sabían lo que hacían. Nuestro Señor nos enseña y nos invita a amar a nuestros enemigos. El cristiano debe perdonar, como su Padre celestial lo perdonó a él.
Probablemente la mayoría de judíos italianos ya está bajo tierra. Mi deseo es que hayan podido llegar a conocer. a Jesucristo, a través de quien tenemos paz con Dios para así vivir con el don de Paz en el corazón.
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.