Jehová mata, y él da vida; Él hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece. 1 Samuel 2:6-7 RVR1960
Queridos amigos, Ana fue una mujer piadosa, que le entregó sus cargas y aflicciones al Señor. No sólo confío en el Todopoderoso, sino que su entrega en oración fue tal, al grado de poder afirmar, que las palabras de Santiago se cumplieron en ella: Porque la oración eficaz del justo, puede mucho (Santiago 5:16).
La bendición de lo alto le llegó a Ana después de haber pedido en oración con tanta entrega y confianza, su fe estaba puesta en el Dios que obra en favor de los que se humillan en su presencia y que tiene todo el poder para cambiar las cosas.
La alegría de haber sido bendecida con un hijo, hizo que le dedicara una alabanza a Dios, la cual es conocida como “el cántico de Ana”, que fue el modelo para la canción de alabanza de María (madre de Jesús) conocida como Magnificat (Lucas 1:46 – 55).
Ana en sus oraciones no solo se entregó en plegaria profunda, lo cual implica pedirle humildemente al Señor, sino también alabó al gran Ser creador del universo. Cabe resaltar, que su alabanza no solo se centraba en lo que el Dios Padre había hecho, sino en lo que Él es.
El pensamiento generalizado es que Dios es bueno y amoroso, lo cual es cierto por completo, pero el hecho de que sea un Dios justo, porque es infinitamente Santo y aborrece el pecado, y tiene preparada ira para el día de la ira (Romanos 2:5 – 9), ya no es de la predilección de aquellos pecadores que lo consideran eminentemente bueno y amoroso.
La ira de Dios es santa y siempre justificada. En la alabanza de Ana observamos que ella reconoce la protectora bondad de Dios (por ejemplo menciona: no hay refugio como el Dios nuestro, o del muladar exalta al menesteroso para hacerlo sentar con príncipes y así heredar un sitio de honor), un atributo maravilloso para nosotros pecadores, pero reconoce que también es un Dios de justicia que pesa en una balanza las acciones.
Quienes crean un dios a su medida, no aceptan la justicia de Dios como un atributo que hace parte de Su esencia. Mencionan que es imposible que un Dios bueno y amoroso pueda matar a alguien, que Él sólo desea el bien para todos. Y no se equivocan al afirmar que Dios no le desea mal a nadie, pero quien transgrede la ley se hace pasivo a juicio y castigo, así funciona la ley del hombre y también la Ley de Dios.
Gracias a la gracia de Dios muchos son sacados del maloliente fango del pecado y son justificados y perdonados antes del día de la ira, es decir a tiempo. Dios en su poder puede cambiar radicalmente los valores dominados por el pecado en valores sustentados en Su santidad, cuando lo hace, vemos a un nacido de nuevo caminando por el mundo.
La vida y la muerte, la riqueza y la pobreza están bajo el control del Omnipotente. El atributo de justicia de Dios nunca obra de manera injusta. Él jamás actúa de manera vengativa en el sentido humano, nunca derroca al gobernante poderoso ni enaltece al pobre y miserable de manera injusta.
Quiera Dios que nosotros también cantemos con corazones rebosantes de agradecimiento y alegría, elevando himnos de alabanza a su justicia, amor y bondad. Él es nuestra Roca firme de salvación. Él salva, pesa, mata y regala vida, hace descender a la tumba y subir de ella, abate y enaltece, Él lo hace todo con sabiduría perfecta, lo sabe todo y es Santo.
Para prevalecer entreguémonos por completo en Sus manos, como lo hizo Ana. Que nuestras plegarias sean sinceras con un corazón contrito y nuestras alabanzas llenas de gozo. Pidamos como conviene, según su voluntad (Romanos 8:26-27).
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.
