Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, En cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, Cuando la lluvia llena los estanques. Salmos 84:5-6 RVR1960
Queridos amigos, no pocas veces escuché en son de burla que el cielo sería aburrido y lánguido, mientras el infierno ofrecería diversión variada y constante.
Un comentario de esa dimensión es clara señal no solo de ignorancia sino también de la maldad inherente en los corazones de las personas que así piensan. La Biblia afirma que todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión (Proverbios 16:2) y se confirma la sabiduría de la Palabra ante tales pensamientos.
Cuán terrible es el solo hecho de pensar, que el lugar de perdición eterna, como es el lago de fuego y azufre, sea un lugar divertido. Hace falta mucho cinismo y un total desconocimiento de la verdad para verter un juicio de semejante calibre.
De igual manera existen muchos que se denominan creyentes, que cuando son confrontados con la manera bajo la cual se podría desarrollar su futura vida en el reino celestial y cuáles serían sus posibles actividades, no pueden disimular el tedio que sentirían alabando a Dios a tiempo completo.
En contraposición a los mencionados al inicio, estos “creyentes” quisieran irse con Dios, porque en su propia opinión el cielo representa el cumplimiento de sus anhelos no cumplidos en la tierra.
El problema está en su rechazo natural de vivir para la gloria de Dios, porque no tienen ojos para ver ni oídos para oír. Porque son tibios describen a los verdaderos creyentes como fanáticos. Y observen qué hará Jesús con los tibios: “Pero por cuanto eres tibio, y ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Apocalipsis 3:16)
Para comprender la extensión de ambos ejemplos y defender la verdad, es necesario poseer temor genuino de Dios y como consecuencia un celo profundo por Él. Es decir, no solo ser conocedor de la verdad, sino también amante y practicante de ella.
Expresado de otra forma, se debe tener los caminos de Dios en el corazón, buscando cumplir con Su palabra, confiando en Él. No es lo mismo respetar con seriedad las leyes del hombre, que disfrutar con gozo el cumplimiento de las leyes de Dios. Cuánto solaz trae al corazón sentirse un siervo útil.
Mientras el hombre natural duda en avanzar ante la adversidad, quejándose de su mala suerte, el hombre espiritual está consciente de la necesidad de las pruebas y de la aflicción existente en este mundo, y se goza mientras pasa por un valle de lágrimas, pues sabe que no está solo y no le faltará sustento ni consolación. No temerá mal alguno, porque Dios estará con él (Salmos 23:4)
Es bienaventurado quien tiene puestas sus fuerzas en Dios, se dará cuenta que su Señor pone misericordia sobre misericordia y gracia sobre gracia. Así como la lluvia llena los estanques para que no falte agua para beber y regar, todo creyente verdadero tendrá la dicha de descansar en delicados pastos junto a aguas de reposo y su alma será confortada (Salmos 23:2-3), es la promesa de un Dios fiel e inmutable.
La adversidad debe ser motivo para reforzar la fe, confiando plenamente en la fidelidad de Dios. La promesa dice que el Padre celestial no quitará el bien a los que andan en integridad (Salmos 84:11).
Sean celosos de Dios y Él pondrá Sus ojos en sus rostros. Tengan un día bendecido.