Los fariseos, que eran amantes del dinero, oían todas estas cosas y se burlaban de Él. Lucas 16:14 LBLA
Queridos amigos, es muy probable que todos nosotros hayamos actuado o incluso estemos actuando como fariseos. Puede sonar extraño afirmar que hay gente dedicada a servir al dinero, pero es algo mucho más común de lo que se podría pensar, pues servir al dinero no es nada más que dedicar la vida a conseguir posesiones terrenales.
Las personas buscan el dinero y en ese sentido se convierten en sus servidores. Si estudian y trabajan es para tener una mejor remuneración y poder situarse en la más alta situación económica posible. Es una tónica normal y nada mal vista. La gente no deja pasar ninguna oportunidad para conseguir más dinero, y si no lo hace, el resto la ve como tonta.
Pareciera que los fariseos eran un grupo de pecadores especiales por su condición religiosa, pero en realidad su comportamiento y actitud no difieren mucho de los pecadores comunes y corrientes. La principal diferencia entre vulgares pecadores y los fariseos, junto con los saduceos y los escribas, líderes religiosos de su época, radica en que estos se enfrentaron directamente contra Jesús. Quizás su mayor pecado haya sido estar delante de la Luz y haber tratado de apagarla por todos los medios, esforzándose en mantenerse en tinieblas.
La ignorancia es atrevida, y los fariseos se creían dueños de la verdad. Estaban seguros de que las riquezas estaban directamente relacionadas con la bondad, ser rico implicaba ser bueno. Por lo tanto, al presumirse buenos, el dinero y las posesiones materiales representaban para ellos una merecida recompensa.
En dicho contexto las palabras de Jesús sobre servir al dinero les parecían ridículas y, por lo tanto, era motivo de burla. Creer que se es bueno, ya es un grave error, pero peor es presentar las propias riquezas como prueba de bondad.
La ceguera espiritual conduce a creer que lo mejor de la vida es tener dinero, pero la Palabra enseña, que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Por codiciar el dinero muchos se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores (1 Timoteo 6:10).
El dinero va y viene, las grandes fortunas se amasan en años y se pueden perder muy rápido, de la noche a la mañana. Pero ninguna riqueza puede comprar la felicidad, el amor o la salud, y menos la vida eterna.
Servir al señor dinero es una actividad de sometimiento, contraría a la visión de libertad de estos tiempos. Pero mucha gente lo hace con muy buena voluntad. Pero ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y a las riquezas (Lucas 16:13).
Ante tan terrible afirmación, se puede concluir que quienes persiguen (sirven) al dinero no están con Dios. El dinero ocupa el lugar de Dios en su vida, porque es su amo. Lo penoso es que el dinero es un amo poderoso y mentiroso, porque es muy difícil separarse de su poder y, además, promete lo que no puede dar.
Es bueno reflexionar para determinar si somos esclavos del dinero. ¿Cuál es el nivel de preocupación que tenemos en cuanto al dinero? ¿Ocupa un espacio especial en nuestros pensamientos? ¿Nos cuesta separarnos de nuestro dinero? ¿Cuando prestamos, tenemos al deudor en mente hasta que nos devuelve el dinero? ¿Cuánto de nuestro tiempo utilizamos para ocuparnos de nuestros bienes terrenales?
Tener a Dios como amo y Señor es lo mejor que le puede pasar a cualquiera, porque es un ser poderoso, fiel y veraz, cumple todo lo que promete. Estar con Él garantiza tener gozo y paz en esta vida, y seguridad de vida eterna en el reino de los cielos. Oremos por su misericordia.
Les deseo Un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.