Y el Señor abandonará a Israel por los pecados que Jeroboán cometió e hizo cometer a los israelitas» 1 Reyes 14:16 NVI
Queridos amigos, en la era en que vivimos se genera muchísima más maldad, que en las épocas antiguas. Me animo a realizar dicha afirmación por la dimensión de los hechos. Al existir un crecimiento constante en la población mundial, también el número de pecados se multiplica en similar proporción.
En esta era todo es a lo grande, las guerras se convirtieron en mundiales y el pecado también se globaliza. Tenemos algunas muestras en la legalización del divorcio para comenzar, la despenalización del adulterio para continuar (algo visto como anticuado y exagerado), y la moda actual de legalizar el aborto y el matrimonio homosexual, además de legalizar la adopción de niños por matrimonios homosexuales, como ejemplos más visibles.
En el Antiguo Testamento Dios anunciaba los juicios que sobrevendrían a algunas personas, familias y pueblos principalmente por sus pecados de idolatría, Dios hablaba a través de sus profetas. El Nuevo Testamento es claro en cuanto a todo el juicio que le sobrevendrá a la humanidad por su pecado, Dios habla a través de las Sagradas Escrituras.
Salomón, el hombre más rico de la historia e inmensamente bendecido por Dios, apostató, cayendo en la trampa de las mujeres paganas que lo rodeaban, pero por la misericordia de Dios murió siendo rey.
Pero apenas cinco años después de su muerte el templo y su palacio fueron saqueados por invasores extranjeros. La gloria, el poder y las riquezas desaparecieron con una rapidez inusitada. Su hijo Roboam lo había sucedido en el trono, pero no tardó en generar resistencia, a causa de la cual nació el rey Jeroboam. De esa manera el poderoso reino de Israel quedó dividido.
Jeroboam fue designado rey por la mano de Dios y tuvo una gran oportunidad de continuar la bendecida línea de poder y riqueza, que comenzó con el rey David, pero su pecado y su ceguera espiritual lo condujeron a llevar al reino a la calamidad.
Jeroboam se dedicó a adorar a dioses ajenos. Pero eso no fue todo, pues también propagó la idolatría por toda la nación, haciendo pecar a Israel. Pero su pecado no quedó ahí, pues adicionalmente se ocupó de engañar a su pueblo, afirmando que los dioses no sólo no eran paganos, sino que también eran figura del Dios verdadero.
Dios podía ver la influencia maligna de Jeroboam, que duraría dos siglos adicionales después de su muerte. Probablemente por eso fue que le habló a través del profeta Ahías, que habría un nuevo rey y que su casa sería destruida (todos los varones serían eliminados), además Israel sería arrancado de la tierra prometida para ser esparcido más allá del Eufrates. Todo se cumplió.
Observamos cómo las familias y los reinos son devastados por el pecado, algo antiguo que se repite a lo largo de la historia de la humanidad. Antes una familia saboteaba a la otra, ahora un partido político perjudica al otro.
Es espiritualmente sano sopesar a qué “grandes hombres” seguir, pues muchos de ellos hacen lo malo y arrastran a muchos otros hacia el pecado, el juicio y el castigo. Que Dios nos libre de la ceguera de pecar contra nuestra conciencia, porque cada pecado voluntario añade oscuridad al alma, como escribió el apóstol Pablo: su necio corazón fue entenebrecido (Romanos 1:21).
Les deseo Un día muy bendecido. “Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R