“Por lo tanto, tendrán que comer el fruto amargo de vivir a su manera y se ahogarán con sus propias intrigas.” Proverbios 1:31 NTV
Queridos amigos, una de las canciones más famosas y alabadas por una generación entera es “My way” (a mi manera) cantada por Frank Sinatra.
Pude observar en repetidas ocasiones cómo afecta la letra a la vena sentimental de las personas, que se ponen soñadoras y se identifican, cuando la escuchan, pues el paradigma del mundo enseña que lo mejor es vivir la vida a la propia manera. Considero que una de las partes más cruciales es cuando dice: Afronté ser como era y así logré vivir a mi manera.
Lo más triste es que la letra de la canción exalta el orgullo del humano, diciendo que el final (de la vida) se acerca y por haber vivido a su manera, no habría de qué arrepentirse. En tanto que, el hombre espiritual quisiera cantar “His way” (a Su manera), porque la única manera de vivir una vida íntegra y de verdad es viviendo a la manera de Dios.
Vivir de acuerdo a la propia manera acarrea consecuencias, que ya se experimentan en esta vida, sin mencionar a la venidera. La gente que vive a su manera persiste en querer mantener su independencia, pero de manera rebelde. No tiene ni la menor predisposición para elegir la sabiduría, justicia y verdad de Dios, y camina en el camino ancho de la perdición.
La Palabra categoriza a este tipo de gente en tres grupos: los simples, los escarnecedores o burladores y los necios.
Los simples consideran que sus nociones del bien y del mal son claras, su simpleza los conduce a simplificar los caminos de Dios, y están contentos pensando, que están haciendo el bien.
Los escarnecedores se burlan de todo y de todos, pareciera que su vida es un chiste constante. Reducen a Dios y a la vida religiosa a un mero chiste.
En tercera posición están los necios, que rechazan la enseñanza, se indignan ante la verdad y se llenan de especial disgusto ante la piedad.
También existen diferentes combinaciones entre simple y burlador, inocente y necio, burlador y simple o escarnecedor y necio, que se potencian en maldad. Solo pueden ver lo que sus ojos carnales les permiten ver. La ceguera espiritual en estas personas es tal que viven en absoluta oscuridad, creyendo poder ver y discernirlo todo.
Viven la vida que quieren o que no quiere, pero a su manera, en esa comodidad de hacer lo que desean, en constante desafío a Dios, sin darse cuenta de que llegará el tremendo día en que deberán rendir cuentas ante el tribunal de Jesucristo.
Seguir la verdad y justicia de Dios puede ser doloroso, pero no tanto como la consecuencia de no seguirla. El dolor presente no será nada comparado con el futuro. No despreciemos la sabiduría. Obedezcamos a Dios, oigamos las palabras de Jesucristo, así disfrutaremos de verdadero gozo y maravillosa paz.
No hemos de engañarnos, pues Dios no puede ser burlado, porque lo que el hombre siembra también cosecha. Porque el que siembra para su carne, de la carne, segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu, segará vida eterna (Gálatas 6:7-8). Podemos ser libres de vivir en pecado y de seguir haciendo el mal, no solo en esta vida, sino durante la eternidad. Busquemos, ante todo, a Cristo Jesús y su Verdad.
Les deseo un día muy bendecido.
“Es mejor decir la verdad que duele y luego sana, que la mentira que consuela y luego mata”. A.R.