Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones. Malaquías 1:14 RVR1960
Queridos amigos, cuantas veces me ha pasado que estando entre varias personas, por ejemplo, al tener delante de mí una fuente con fruta he buscado lo que a mis ojos se veía como mejor y más apetitoso sin pensar demasiado en lo que al otro le pudiera gustar.
Es algo casi instintivo el buscar lo mejor para uno porque necesitamos satisfacer nuestro ego, es parte de nuestra naturaleza caída.
Se pone difícil cuando tenemos que ceder la mejor parte, porque normalmente no lo hacemos con el mayor agrado, esa es la vena de egoísmo que tenemos la mayoría de los humanos.
De la misma manera nos cuesta cuando tenemos que desprendernos de algún bien, difícilmente le daremos la camisa nueva al pobre. Digamos que lo bueno es que el pobre se queda contento con la prenda viejita y nosotros quedamos satisfechos por nuestra buena obra.
Cuando regalamos algo al pobre nunca nos ponemos a pensar de que quizás pueda ser un ángel del Señor y por eso mezquinamos nuestras posesiones, siendo que solo somos meros administradores de todo lo que poseemos, porque todo es de Dios.
Antes del sacrificio perfecto y definitivo de Jesucristo en la cruz era necesario que se sacrificasen animales a Dios para perdón de pecados, entre otros. De ahí que el profeta Malaquías exhorta a los tramposos que no daban lo mejor de su rebaño para ofrenda de sacrificio dedicada a Jehová.
Malditos los que traten de engañar a Dios, los que tengan un corazón egoísta y mezquino. Los que no entiendan que todo lo que tienen, viene de Dios y que al Señor siempre hay que darle y dedicarle lo mejor que uno tiene.
A Jehová nadie le puede engañar, nada esta velado a sus ojos. Necio es el que engaña dando lo defectuoso. Dios lo ve y lo sabe todo.
Tratemos de dimensionar en nuestras mentes el significado de Gran Rey.
Imaginemos al mayor de los reyes, con un maximo de fantasía, con su poder, riquezas y magnificencia, ahora sumemos a todos los reyes que han existido más todos los reyes que podamos imaginar, ni así lograremos acercarnos un poquito a la dimensión del Gran Rey Jehová de los ejércitos.
¿Por qué pensar siquiera en contender con Él engañándole, si su nombre es temible entre las naciones?
Alabemos al Rey de reyes, glorifiquemos al Señor de señores, exaltemos al máximo al Dios creador de todas las cosas y ofrezcámosle lo mejor de nosotros en ofrenda para que le sea agradable.
Les deseo un día bendecido, rumiando la palabra de Dios en sus mentes.