Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.” Éxodo 23:5 RVR1960
Queridos amigos, al menos unas cuantas veces en mi vida hice volar en mis pensamientos la cruel tortura que hubiera deseado infligir a algunas personas que se me opusieron o que de alguna manera se mostraban como mis rivales.
Gracias a Dios cuando aún ahora me descubro en uno de esos atentados de muerte, de inmediato me arrepiento y pido perdón al Señor con la certeza que tendrá, una vez más, misericordia de este desgraciado pecador.
Después de pedir perdón para romper la terrible cadena de representaciones mentales, uso la técnica que es empezar a repetir la siguiente frase: «pensamientos puros y de alabanza» para después continuar en alabanza mental y/o verbal al Señor, funciona!!, porque dejo de tener las tremendas divagaciones maliciosas que me aquejan y realizo un vuelco de página como por arte de magia. Todo gracias a mi buen Señor.
De manera similar, es probable que, cuando vemos la posesión perteneciente a nuestro rival o enemigo, nuestra reacción sea destructiva a fin de hacerle daño, haciendo volar nuestros pensamientos en las direcciones más disparatadas.
Es una reacción casi normal, correspondiente a la actitud del hombre natural en su condición de ser caído. Por supuesto que existen creyentes y no creyentes, quienes poseen dominio propio y no se dejan llevar por este tipo de pensamientos o que simplemente ésta no es su concupiscencia.
El mundo nos enseña que lo lógico, es aborrecer a quienes nos aborrecen, es común ver que, el mal se paga con mal, y en la medida que se tiene oportunidad de revancha se la toma al vuelo. No me refiero necesariamente a agresiones físicas, que en realidad son las menos comunes, las agresiones verbales y sicológicas, sin embargo, están a la orden del día.
Jesucristo nos enseña todo lo contrario al mundo, Él dice que hay que pagar el mal con bien y que si alguien te agrede porque te aborrece no le respondas, es mejor escapar o quedarse callado en actitud humilde que decir algo de lo cual uno después se puede arrepentir, o aún peor, que pueda generar mayor pecado en el otro como efecto de piedra de tropiezo.
En algunas ocasiones he vivido la situación en la cual sale a colación el tema de que alguien le cae mal a otra persona y dentro de mi sentido cristiano me animé a preguntar cuál sería su reacción ante la debilidad en una situación difícil de su oponente, la respuesta prácticamente generalizada fue de que aprovecharían la ocasión para humillarle e infligirle aún más daño para que aprenda, con un cierto toque de disfrute en sus palabras.
Una vez más una situación guiada por el pensamiento del mundo, totalmente contraria a lo que nuestro Maestro Cristo Jesús nos enseña, debemos amar a nuestro enemigo, que en realidad también es nuestro prójimo y según el mismo Jesucristo el segundo mandamiento más importante es amar a tu prójimo como a ti mismo.
Ante todo esto, ¿no le daremos de beber y de comer a nuestro enemigo, si le encontramos sediento y hambriento? Claro que lo haremos, porque una de las premisas del cristianismo es perdonar para ser perdonado, y si en verdad somos creyentes genuinos, tendremos en nuestro corazón el anhelo de ser obedientes a la Palabra.
Por lo tanto, el rencor, la rabia y el odio no deben ser siquiera palabras del vocabulario del cristiano, debemos convertir tales sentimientos y actitudes en misericordia y en amor, de esa manera habremos dado un pasito más a crecer en la dimensión de la plenitud de nuestro Señor Jesucristo.
Que Dios les guarde de todo mal.