Jehová es mi fortaleza y mi cántico, Y ha sido mi salvación. Éste es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré. Éxodo 15:2 RVR1960
Queridos amigos, leyendo cómo obró Dios con el pueblo de Israel y viendo cómo obra Él sobre sus escogidos en estos tiempos en los que vivimos, quedo atónito por su poder, por su amor y por su misericordia y me dan ganas de ofrendarle no solo un cántico sino mil.
Por pura disposición de su corazón nos escoge (en estos días), así como escogió al pueblo hebreo en tiempos del Antiguo Testamento. Los que conocemos la dimensión de nuestro pecado y el daño que éste le causa a Dios nos preguntamos por qué nos escoge, si nada merecemos, menos que se digne a siquiera mirarnos.
La respuesta está en las propias palabras de Dios, quien dijo que Él tendrá misericordia de quien Él quiera tener misericordia (Éxodo 33:19).
Nos encontramos ante el cántico más antiguo que se conoce, así lo dicen algunos eruditos. Fue escrito bajo inspiración por Moisés en honor al Dios Todopoderoso para exaltar y enaltecer su nombre, para reconocer que de Él es toda la gloria y para alabanza de su Santo Nombre.
Este cántico se puede ver como un poema épico triunfal que celebra la victoria de Dios sobre los egipcios. El pueblo hebreo había sufrido el terror de la persecución del ejército egipcio y se había visto en gran peligro al extremo que clamaron a Moisés preguntándole si no había sepulcros en Egipto, porque parecía que iban a morir en el desierto (Éxodo 14:11).
Podemos observar que solo Moisés y unos pocos tenían su confianza puesta en Dios, porque solo estos pocos habían recibido el don de fe de Dios. El resto estaba aterrorizado porque no conocía a Dios y solo seguía a Moisés. No entendían el significado de encontrarse bajo la protección y el cuidado de Dios, no sabían de la seguridad que la presencia salvadora de Dios representaba. Solo miraban lo que sus ojos humanos les permitían ver, no se imaginaban que podían ser fácilmente rescatados por el poder de Jehová.
Al obrar Dios uno de los milagros más espectaculares a los ojos del hombre, al abrir de par en par las aguas del mar y permitir que el pueblo de Israel cruzase por tierra seca, estaba demostrando su ilimitado poder e identificación con los hebreos, llevó a que los sorprendidos hebreos conocieran la magnitud de la hazaña de Dios y prorrumpieran en este cántico de alabanza reconociendo lo que Jehová había hecho por ellos. Después de haber visto las maravillas de Jehová el pueblo temió y creyó a Jehová (Éxodo 14:31).
Recién un tiempo después de que los israelitas fueran liberados definitivamente por el poder de Dios el pueblo respondió a una, que sería obediente a Dios (Éxodo 19:8).
Es hermoso saber que Jehová es mi fortaleza, es decir mi fuerza en esta tierra. Ante tal fuerza no existe enemigo que pueda resistir.
Él es mi salvación, significa que Él es capaz de salvar a sus escogidos de cualquier peligro, además el contexto nos lleva a pensar que salvación también se refiere a liberación.
La salvación física es la que juega un papel preponderante en esta historia, sin embargo la salvación espiritual llega en la medida que el pueblo (sus escogidos) es bendecido con el don de fe.
¿Cuánto habría que alabar y enaltecerle después de haber presenciado la propia salvación y la destrucción del peligro inminente del infierno? Oh Dios Todopoderoso y misericordioso qué actúas a favor de quienes no merecemos nada, bendícenos con tu gracia y permítenos vivir por esa maravillosa gracia cada día de nuestras vidas en esta tierra.
Les deseo un día en el cual se la pasen alabando al Señor por sus maravillas.