Y cuando tu hermano empobreciere y se acogiere a ti, tú lo ampararás; como forastero y extranjero vivirá contigo. Levítico 25:35 RVR1960
Queridos amigos, la pobreza es una condición socioeconómica de las personas que carecen de los recursos para satisfacer necesidades básicas, que permiten una calidad de vida adecuada.
La calidad de vida adecuada se torna relativa en función al lugar donde se encuentre el pobre. Si se encuentra en un país africano probablemente su percepción de contar con una calidad de vida adecuada será la de tener comida, techo y abrigo, sin embargo en países más desarrollados una persona es considerada pobre cuando tiene acceso a alimentación y cuenta con techo y abrigo, pero no puede acceder a ciertas comodidades o servicios, así como a educación y a salud adecuadamente.
El mundo en su afán de medirlo todo tiene establecido a través del Banco Mundial los límites de pobreza expresados en dinero. La línea de pobreza se define cuando una persona cuenta con menos de 3,10 dólares al día y la de la pobreza extrema cuando el monto disponible es inferior a 1,90 dólares diarios.
Para el mundo la pobreza es algo penoso y bastante negativo, es por eso que tanto se habla de reducirla. Suele ser bandera de muchos políticos en países del tercer mundo para conseguir los tan anhelados votos.
Ahora bien, la Biblia dice que a los pobres siempre los tendremos con nosotros, lo cual implica que la guerra contra la pobreza nunca podrá ser vencida. De ninguna manera debe ser ese un motivo para dejar de ayudar, especialmente para quienes recibieron misericordia de Dios, éstos deben ser misericordiosos con los necesitados, de forma especial con los pobres.
Si debo amar a mi prójimo como a mí mismo, de ningún modo puedo desearle el mal, por tanto, ver que está mal me debe conmover. Debo, definitivamente, socorrerle con lo que necesita o, como mínimo, con lo que pueda darle.
En mi país existe una gran cantidad de gente pobre con la que uno se va cruzando en su camino día tras día, están a la vista. Se me presenta el siguiente dilema, a unos cuantos pobres podría darles lo que necesitan por un tiempo, por otra parte hay una mayoría, con los que me cruzo, a quienes les doy algo de dinero pero es menos de lo que puedo darles, ¿cómo defino a quienes dar y cuánto? ¿Quizás deba sustentarme en los parámetros del Banco Mundial para satisfacer la necesidad diaria de algunos pobres?
Dios no hace acepción de personas, por lo tanto, si escojo a unos estaría discriminado a otros, se me presenta un problema adicional. La cantidad de dinero a dar estaría definida por la cantidad de almas a las que esté ayudando. Por lo que nace una cuestión más, ¿a cuántos debo ayudar?
Me imagino que algunos de mis lectores con un sentido práctico ya tienen una buena respuesta y que ya causé un dilema en otros. Existen varias respuestas a mi cuestionamiento, el punto es que tengamos claro que al pobre hay que darle en la medida de nuestras posibilidades, como creyentes, debemos ser generosos.
No olvidemos que si no tenemos cosas materiales también podemos servir a la gente necesitada, orientando, enseñando, evangelizando, acompañando, consolando, escuchando, etc.
Finalmente debemos tener muy claro que Dios nos exige que velemos por las personas que nos son cercanas, si éstas empobrecieren, si fuere necesario y posible hay que traerlas a vivir con nosotros o velar porque se encuentren bien dónde están. Sin duda un concepto en sumó retador para nuestros días de comodidad y egoísmo.
Que Dios les bendiga con discernimiento.