Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios. Levítico 19:2 RVR1960
Queridos amigos, cuando en el mundo alguien te dice «no te hagas al santo» se está refiriendo a que te estás mostrando cómo alguien que no mata una mosca y en realidad es todo lo contrario.
El concepto común que la gente suele tener sobre la santidad se refiere a personas muy buenas, que viven una vida de sufrimiento abnegado, que solo hacen el bien y que casi, casi caminan flotando en el aire.
La santidad en términos bíblicos significa vivir alejado del pecado, lo más alejado posible.
Dios nos convierte en sus hijos y nos acompaña en nuestra de vida de convertidos, morando su Espíritu en nosotros. El Espíritu de Dios es quien se ocupa de darnos convencimiento de pecado y discernimiento para diferenciar el bien del mal.
A través de la conversión somos regenerados en espíritu y nacemos a una vida espiritual nueva, después de haber estado muertos en delitos y pecados, sin embargo, mantenemos nuestra condición carnal de manera de continuar viviendo en este mundo.
A pesar de haber iniciado una vida espiritual, la cual permite cercanía a Dios, nuestra carne nos lleva a seguir pecando. Esta situación impide que podamos vivir libres de pecado, condición que explica la definición de santo como alejado del pecado y no exento de él.
Jesucristo nos hizo libres de la esclavitud del pecado, es decir que antes de que la cruz se hiciera efectiva en nuestras vidas vivíamos, sin saberlo o sin darnos cuenta, bajo el yugo del pecado.
Nuestro nuevo nacimiento va acompañado de nuevos sentidos de índole espiritual, que son el oído y la vista que nos permiten discernir las cosas de tal manera que podamos alejarnos del pecado. En otras palabras, el pecado ya no tiene dominio sobre el convertido, sin embargo, éste puede caer en pecado a causa de uno de los tres enemigos espirituales: la carne, el mundo y Satanás.
Dios es Santo y su santidad es perfecta, Él no tiene enemigos que puedan influenciar en su accionar, menos que le tienten para que peque.
Es en ese sentido, que los humanos que se llaman santos según las Escrituras, inician inmediatamente después de su conversión lo que se conoce como camino en santidad.
Se trata de la vida que se lleva en este mundo buscando vivir en obediencia a Dios y se entiende que en la medida en que el creyente va creciendo espiritualmente también va creciendo en santidad.
El cristianismo está lleno de buenas noticias, empezando por el Evangelio, y la buena noticia en este contexto es que Dios promete a sus hijos que los perfeccionará en santidad hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6). No podría ser de otra manera porque Él nos desea santos porque Él es Santo.
No existe otra forma de que nos presentemos ante Jehová, sin ser santos es imposible. El ser santo es un estilo de vida Cristo céntrico, donde las inquietudes e intereses del nuevo hombre son muy diferentes a las del viejo hombre.
Ver a una persona viviendo en confusión es clara señal de que no tiene santidad en su vida. Es por eso que el orden y la disciplina deben ser la tónica de la vida del santo, las cuales deben ir indefectiblemente acompañadas de la obediencia a la ley de Dios y a sus preceptos, incluida la ley moral instaurada por Él mismo.
Ser santo no es irse a vivir al desierto convirtiéndose en un ermitaño místico, la mayoría de los santos no puede desarrollar una vida lejos del mundo, tampoco es la idea. De ahí el ruego de Juan que parafraseando le dice a Dios, que deje a los santos en el mundo, pero que los guarde del mal existente en él (Juan 17:15-16).
Los hijos de Dios han dejado de ser ciudadanos de este mundo, porque han sido convertidos en ciudadanos del reino de Dios, por lo tanto ya no son de este mundo como lo fueron alguna vez, no obstante siguen viviendo en él como forasteros.
No veo otra forma que la de vivir alejado del mundo para tener una vida pura en santidad. No hablo, de ninguna manera, de un rechazo por la gente del mundo, pero si de un alejamiento, ojalá radical, de compartir las cosas del mundo que nos separan de Dios y perturban nuestro caminar en santidad.
Les deseo un hermoso día bendecido por nuestro Señor Jesucristo.