La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Salmos 19:7 RVR1960
Queridos amigos, tanto la perfección como la fidelidad infinitas de Dios son atributos que logramos comprender hasta donde nuestra medida humana nos lo permite.
La perfección en la condición humana es un término relativo, pues está sujeto a los parámetros de evaluación imperfectos del hombre. Buscando sinónimos en el diccionario me encontré con términos tales como: excelencia, superioridad, esplendor o modelo; todos expresan una relación con lo perfecto pero ninguno se acerca a sustituir la palabra en su sentido más profundo.
El uso imperfecto que se le puede dar a esta palabra está ligado a nuestras propias limitaciones, por ejemplo decir que tenemos una relación perfecta o que nos entendemos a la perfección suena muy bonito, sin embargo, está lejos de ser una realidad perfecta.
Se describe todo lo que está relacionado a gran precisión como algo perfecto, pero no lo es en la verdadera dimensión de lo perfecto. Se habla de diamantes tallados a la perfección, o de un reloj atómico que prácticamente mide el tiempo a la perfección, sin embargo, desde una perspectiva totalmente objetiva no lo son.
Llegamos a la conclusión que lo perfecto solo lo podemos dimensionar dentro de nuestra limitada imaginación en función a las capacidades que nuestro Hacedor nos ha dado, por tanto, no estamos en condiciones de entender la perfección en su dimensión completa.
Porque la Biblia lo dice, sabemos que la ley de Dios es perfecta, lo que no sabemos es cómo ese instrumento perfecto tiene el poder para convertir el alma de una situación de total desafecto por Dios a un amor pleno por Él.
La palabra “ley” puede comprenderse como doctrina, es decir todo lo que nos enseña la religión verdadera para vivir una vida en santidad.
La ley cumple la función de mostrar nuestra pecaminosidad y nuestro estado de miseria espiritual al estar viviendo alejados de Dios, nos lleva a reconocer nuestra urgente necesidad de volver a Él.
La fidelidad del hombre es imperfecta, por ejemplo, ningún marido se puede jactar de haber sido completamente fiel a su esposa, incluso si jamás tocó a otra mujer que no haya sido su consorte. Sabemos que es suficiente un mal pensamiento para pecar de adulterio (Mateo 5:28).
La fidelidad de Dios está sujeta a Su atributo de perfección, por lo cual es perfecta y también está sujeta a Su atributo de inmutabilidad, por lo cual nunca cambia. Dios es tan fiel ante sus promesas que podemos estar absolutamente seguros que las cumplirá, lo que no sabemos es cuándo lo hará.
El testimonio de Jehová es fiel porque podemos confiar en él, todo lo que Dios dice son palabras verdaderas y de de poder. El sencillo, es decir uno que es ingenuo e ignorante porque no tiene discernimiento, puede ser fácilmente influido por cualquier opinión.
Sin embargo, creyendo lo que Dios dice deja de ser zarandeado por las opiniones de los demás y construye su propia posición de pensamiento y fe, convirtiéndose en sabio. Esa sabiduría es para salvación y también para caminar en los caminos del Señor durante nuestro pasar por esta vida, además de ser poderosa fuente de consolación y fundamento seguro de la esperanza de vida eterna.
Les deseo un día muy bendecido.